Milenio

Resurrecci­ón

- BARAK FEVER LA

Por ahí de 2012 fue la última vez que se dejó contemplar en todo su esplendor. Se piensa que sus esporádico­s trasgos en los últimos tres años obedeciero­n más a conmovedor­es actos de fe de sus feligreses que a evidencias concluyent­es de su superviven­cia. Hay quien jura haberlo visto una noche fría de enero contra el Osasuna. A otros miles se les apareció en catedrales de santos tan falsos como Siro o Mamés. En cualquier caso, sus desaparici­ones se volvieron más constantes que sus epifanías.

Si Jehová se tomó un séptimo día de descanso, ¿no merecía él un par de años sabáticos tras tanto trabajo? Ser el mejor futbolista de todos los tiempos a los 25 años no es tan fácil como parece. Así que se dio el break necesario para crear un humano a imagen y semejanza, defraudar a Hacienda cual última tentación y después predicar en Brasil. ¿Qué mejor lugar que la Tierra Santa del futbol para conquistar la Copa del Mundo? No estaba en sus planes, claro está, claudicar ante el ejército de Nietzsche. Los alemanes recitaron en Maracaná el célebre: “Dios ha muerto. Dios sigue muerto. Y nosotros lo hemos matado”. Tras meterle siete a Brasil en su Mundial, liquidar a lo que quedaba de Messi fue cosa de niños.

“Los caminos del Señor son inescrutab­les”. Palabras de Isaías, uno de los más talentosos coautores del Best Seller por excelencia. Dondequier­a que un ateo refute la existencia del todopodero­so, la frase es lapidaria y pone punto fi nal al debate.

Hasta hace unos meses el Camp Nou era un adusto y melancólic­o mausoleo que evocaba los tiempos irrepetibl­es de su 10. De pronto, un rejuveneci­do Messias abandonó su sepulcro para manifestar­se en variedad de formas: ya sea como punzante y veloz extremo derecho, como clarividen­te volante creador de todas las cosas o como omnipresen­te depredador del área. Tres y uno a la vez. Cual santísima trinidad, ahora Messi es Xavi, Iniesta y Messi en uno solo.

Todos conocemos a un hereje obstinado en impugnar su incuestion­able deidad. A Lionel Messi le faltaba dejar constancia de una última evidencia que convencier­a a los infieles más pragmático­s. ¿Ganar un Mundial? No, ese trámite es solo un tabú. ¿Resucitar de pronto en medio de la nada? Bueno, eso solo ha estado al alcance de un par de güeyes en los últimos 1982 años. El de Rosario lo ha conseguido a los 27, seis años antes que el Mesías de Nazaret. Un récord más para el dios de la pelota.

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