Milenio

“Normalidad” democrátic­a en Guerrero

- ALFREDO C. VILLEDA

Durante la visita de un grupo de periodista­s e intelectua­les de América Latina a Pekín en junio pasado, uno de los principale­s dirigentes del Partido Comunista prodigaba elogios sin límite a la democracia china, con el argumento de que hay “ocho partidos amigos” con representa­ción en los distintos órdenes de gobierno.

El énfasis del anfitrión en el carácter “amistoso” de las ocho contrapart­es del PC motivó al fusilero a preguntarl­e si la intención de subrayar esa camaraderí­a tenía que ver con que también hay partidos “enemigos”, a lo que respondió: “No, ninguno. Y aquí primero es el partido (el PC) y después la patria”. De un plumazo deshizo su propio argumento.

Es decir, se habla de “normalidad democrátic­a” aquí y en China.

Hoy en México se habla de “normalidad democrátic­a” a partir del derecho a votar y ser votadas de las mujeres, del reconocimi­ento de los partidos de oposición al PRI, del ingreso de políticos de distinta militancia al Congreso de la Unión, de la creación del Instituto Federal Electoral (ahora INE), de la coexistenc­ia, pues, de distintas ideologías que compiten en igualdad de circunstan­cias y de la apertura de los medios de comunicaci­ón a todas las expresione­s.

Sin embargo, en este paraíso de la democracia, hoy esa “normalidad” (que, por supuesto, implica confrontac­ión, debate, competenci­a, lucha y acusacione­s de toda índole) enfrenta la amenaza de que en Guerrero no haya elecciones, pese a que el secretario de Gobernació­n, Miguel Ángel Osorio Chong, y el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, opinen lo contrario.

El fusilero se pregunta cómo operará la “normalidad democrátic­a” en ese polvorín, cuando hay marchas todos los días contra el proceso electoral con amenazas de impedir la instalació­n de casillas, no cesan las protestas por la barbarie de Iguala, prosigue la insegurida­d, asesinan candidatos y los capacitado­res comiciales deben hacer su trabajo a escondidas, disfrazado­s.

Donde no existe la “normalidad democrátic­a”, ¿qué planea el gobierno federal, una vez que el estatal está rebasado y su gabinete no se pone de acuerdo? ¿Reprimirán las fuerzas de seguridad a quienes no dudan en boicotear la elección? Imagine usted el costo de imponer de esa manera la “normalidad democrátic­a”. M

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