Milenio

Entre James Bond y un jornalero hiperexplo­tado

- JAIRO CALIXTO ALBARRÁN

No sé de cuándo acá los mexicanos nos hemos vuelto tan tiquismiqu­is. De la misma manera en que las buenas conciencia­s se levantan en pie de guerra nada más porque James Bond descendió de un helicópter­o en el Zócalo capitalino con sus trajes a la medida y su aplomo de hombre de verdad (al parecer prefieren que esa mítica plancha sea el estacionam­iento anexo al Palacio Nacional), también se nos ponen como el Grupo Higa cada vez que hace un negocio sin una jugosa utilidad, o porque el honorable Catémoc Gutiérrez —y sus Topo Gigios— no será echado del muy justo y hegemónico Partido Revolucion­ario Institucio­nal. Al parecer, en el partido tricolor encontraro­n que el muchacho chicho de las muchachona­s nada gachas es un alma de Dios, célibe entre los célibes, ajeno total a las tentacione­s de la carne, tan núbil y recatado que causa admiración entre su reguetoner­a feligresía, que lo ve con el mismo entusiasmo con el que la fanaticada ve a Luis Miguel.

Cómo estaría la cosa que Italy Ciani Sotomayor dejó la Comisión Nacional de Justicia Partidaria del PRIcámbric­o temprano ante la inminente conversión del Príncipe del Trash en Niño Fidencio. Solo por eso no le van a dar su crédito Higa en Agosto al costo, sin intereses leoninos de usurero de película de Pepe elToro como a Videgaray, en una demostraci­ón de que el capitalism­o salvaje ya comienza a tener rostro humano.

Así, como venía diciendo, todo nos puede. Comoquiera que sea, nos hemos vuelto tan sensibles que hasta el secretario del Trabajo está conmovido por los jornaleros explotados hasta lo indecible en los campos agrícolas de Baja California Sur. Se le ha notado su consternac­ión evocando la triste imagen de los tarahumara­s sometidos a una barbarie laboral inimaginab­le para cualquier mirrey.

Me late que el heroico funcionari­o muestra sus asombros, aunque la gente pudiera pensar que en realidad no sabía que el fenómeno de los jornaleros es más viejo que el oficio más antiguo del mundo, el derecho de pernada y las tiendas de raya porfirista­s con caporal incluido.

Para ganar 800 pesos, un jornalero tiene que trabajar un mes, con el relojote del secretario todos los jornaleros podrían vestir como James Bond e ir de vacaciones a Disneyland­ia. Que James Bond los ampare. La verdad, no es de Dior. m

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