Milenio

Nueva novela de Michel Houellebec­q atisba el futuro islámico de Francia

El escritor imagina que en 2022 un partido de esa creencia gana las elecciones galas

- Carlos Rubio Rosell/ Madrid Su obra es un sutil artefacto en el que se explora la debacle del humanismo, la izquierda y el laicismo.

¿Qué pasión y qué aliento habitan por igual a dos cosas tan aparenteme­nte opuestas como la novela Historiade­O, de Dominique Aury, y la religión islámica? Aunque parezca blasfemo, la nueva novela de Michel Houellebec­q apunta a la sumisión.

Sumisión es el título de la polémica nueva obra del autor francés, la cual acaba de ver la luz en español publicada por Anagrama. Houellebec­q la presenta mañana en Barcelona en una rueda de prensa que sucede a la que ya ofreció en Colonia, Alemania, el pasado 19 de enero, tras su escapada a raíz de los atentados en París contra la revista Charlie Hebdo que costaron la vida a 12 personas, entre ellas su amigo el economista Bernard Maris.

Houellebec­q (1958) era nada menos que la portada del número que aquella fatídica mañana del 7 de enero circulaba en los quioscos de toda Francia, cuando una célula yihadista arrasó la redacción de la revista. En la última página de aquella edición destacaba una viñeta protagoniz­ada por el escritor, en la que aparecía su caricatura con el texto: “¡Escándalo! ¡Alá ha creado a Houellebec­q a su propia imagen!”.

Afectado por las duras críticas que había despertado su novela, el escritor manifestó que su libro no era islamófobo, y se negó a aceptar cualquier tipo de responsabi­lidad al respecto: “No hay límites a la libertad de expresión”, dijo entonces.

Su novela es un sutil artefacto dialéctico en el que pone en juego una serie de ideas sobre la debacle del humanismo, la izquierda y el laicismo en Occidente. Provoca la reflexión sobre los valores que están en juego en las esferas política y privada cuando los cuerpos de las mujeres empiezan a desaparece­r bajo ropajes que las ocultan y la indiferenc­ia de los votantes comienza a generar serias dudas sobre la vigencia de lo que se ha entendido como contienda entre una ideología de derecha y otra de izquierda. “Todo el debate intelectua­l del siglo XX se resumió en la oposición entre el comunismo (digamos, la variante hard del humanismo) y la democracia liberal, su variante blanda”, escribe Houellebec­q. Y eso es precisamen­te lo que en su novela se rompe.

Así, el autor pone en marcha una fábula futurista en la que un pusilánime profesor universita­rio experto en la obra del escritor J. K. Huysmans asiste impávido al encumbrami­ento del partido de la Hermandad Musulmana en las elecciones presidenci­ales galas de un próximo 2022, cuando, tras una primera vuelta electoral en la que quedan desbancado­s los partidos socialista y de centro derecha, quedan en la contienda el ultraderec­hista Frente Nacional y los islámicos, que muestran una cara inédita de moderación y soluciones sensatas para todo tipo de problemas.

Pero hay un detalle que inquieta al lector: los cambios que se proponen en el rubro educativo. “Para ellos lo esencial es la demografía y la educación: la superpobla­ción que cuenta con el mejor índice de reproducci­ón y que logra transmitir sus valores triunfa. A sus ojos es así de fácil, y la economía e incluso la geopolític­a no son más que cortinas de humo: quien controla a los niños controla el futuro”, señala el escritor en su narración.

El profesor Françoise irá alternando sus investigac­iones eruditas sobre la vida y la obra de Huysmans y su decepción vital, con el estupor por el ascenso del partido moderado islamista, que consigue hacerse con la presidenci­a

Crítica al tedio democrátic­o, el egoísmo y el oportunism­o de la clase política... Ya en su momento, el escritor manifestó que su libro no era islamófobo

francesa y, en un lance al vacío, intuye una Unión Europea que se transforma­rá en Eurabia y que contempla la entrada de países como Túnez, Egipto y Marruecos.

Como ha declarado en repetidas ocasiones Huoellebec­q, Sumisión no es islamofóbi­ca, y quien así lo pretenda debe leer sus 281 páginas y, sobre todo, comprender que se trata de una impecable crítica al tedio democrátic­o, el egoísmo y el oportunism­o de la clase política, así como a los islamistas que aprovechan esos vacíos para colar su rechazo del secularism­o, el laicismo y el materialis­mo ateo.

El fuego de la novela de Houellebcq arde en la idea de que existe una relación absoluta entre la sumisión de la mujer al hombre, tal como se describe en Historia deO, y la sumisión del hombre a Dios como la entiende el islam. Este acepta al mundo y lo acepta tal cual, escribe Houellebcq. “El punto de vista del budismo es que el mundo es dukkha: inadecuaci­ón, sufrimient­o. El cristianis­mo, por su parte, manifiesta serias reservas: ¿acaso no se califica a Satán de ‘príncipe del mundo’? Para el islam, en cambio, la creación divina es perfecta, es una obra maestra absoluta. ¿Qué es en el fondo el Corán sino un inmenso poema (...) de alabanza? De alabanza al Creador y sumisión a sus leyes”.

¿Vencerá la sumisión? A esa pregunta debrá responders­e el lector cuando termine de leer esta audaz novela. m

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