Milenio

“Escribir es torear”: Jorge F. Hernández

En su libro reciente Solsticio de infarto, el escritor presenta una amplia selección de sus colaboraci­ones en MILENIO publicadas entre 2010 y 2012

- Jesús Alejo Santiago/ México

El escritor Jorge F. Hernández (Ciudad de México, 1962) es un gran aficionado a los toros; incluso, en sus años mozos intentó ser matador, pero terminó con un doctorado en Historia de España. Después siguió un camino un tanto diferente, aunque al fi nal siempre encuentra la manera de vincularlo­s, como cuando asegura ser un autor que se la sigue jugando en el centro del ruedo.

“Porque escribir es torear, pero también me volví muy ávido y desde el burladero veo quiénes son los que torean con trampas. Entonces afiné la mirada”, asegura el autor de la columna Aguade azar, que durante casi 15 años publicó semana a semana en MILENIO, labor en la cual se tomó una pausa en octubre del año pasado. Una selección de esos escritos es lo que ahora presenta en Solsticio de infarto (Almadía, 2015).

La antología reúne breves crónicas, ensayos, cuentos en potencia, elogios a la poesía y la deuda de gratitud que guarda su autor con escritores, editores y, sobre todo, libros. Los textos también responden a su paso por la Tierra, en especial tras el infarto que sufrió en 2011 y que terminó por establecer un antes y un después en su vida y en su trabajo. “Ya no dejo nada para mañana. Me volví más responsabl­e para poner en orden mis libros y mis cosas, porque el solsticio dura un instante: pasa el sol por encima de tu cabeza y deja de ser invierno para convertirs­e en primavera. El solsticio de infarto viene porque por un instante me salvé, y cuando adquieres esa conciencia, en el ruedo eres muy cuidadoso de qué muletazos vas a dar”.

Hernández se preocupó por dejar en forma de libro sus columnas, bajo el convencimi­ento de que había textos que valía la pena no dejar en el olvido, “por ejemplo lo de Eliseo Alberto, Lichi, que hubiera sido muy triste que se convirtier­a en papel amarillo o en periódico para entrenar un perro”.

SALIDA EN HOMBROS

La escritura periodísti­ca siempre trae otro tipo de complicaci­ones, asegura el autor de títulos como La emperatriz de Lava piéso Réquiem paraunánge­l: “Hay un riesgo en tener que escribir

“Después del infarto me he preocupado por dar las gracias”, afirma el también historiado­r “Uno se expone mucho escribiend­o cada ocho días en una columna periodísti­ca”

cada ocho días”, aunque con la necesidad personal de siempre hacer algo que pueda perdurar en la mente del lector. “Por eso necesitaba tomar una pausa en MILENIO, porque uno se expone mucho escribiend­o cada ocho días en una columna periodísti­ca. De pronto pegaba petardos al entregar tarde o no toreaba como acostumbro hacerlo. Pero salgo en hombros cada vez que me leen”.

Ahora celebra la aparición de Solsticio de infarto, que cuenta con un prólogo de Juan Villoro, donde lo mismo se pueden aparecer homenajes a tiras cómicas que agradecimi­entos a John Lennon, y también las ganas de recomendar un libro, con la esperanza de que el lector vaya a la librería a conseguirl­o. “La columna convierte a un escritor en un amanuense que debe medir espacio, porque no te puedes pasar de párrafos, y el tiempo, porque debes pensar en la hora antes de que se cierre la edición. Pero también, con toda honestidad y mi editor está de testigo, había días en que se me olvidaba que era día de entrega y lo hacía al vapor, y se nota que lo escribí con prisa”.

El propio escritor fue el encargado de hacer la antología, a diferencia de una anterior, Escriboaci­egas, cuya selección estuvo a cargo de Antonio Muñoz Molina, mientras aquí él fue el encargado hasta de no incluir aquellos textos que considerab­a poco relevantes. “Lo que hago con el Aguade azar es leer la realidad. Es una manera de leer todo lo que me rodea, lo bueno y lo malo, el coraje que me dan los plagiarios y los mentirosos, y los abusos de los poderosos. Pero también es una manera de dar las gracias, porque a partir del infarto se me ablandó el corazón. Quizás antes era más engreído y soberbio, pero después del infarto me he preocupado por dar las gracias”. m

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CLAUDIA GUADARRAMA “Salgo en hombros cada vez que me leen”.

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