“Tengo que garantizar que no haya nada”
De forma milimétrica, el jefe Apolo y su equipo vigilaron a los anarcos, quienes solo lanzaron consignas y se disolvieron
Tengo que garantizar que no haya nada”, dijo el jefe Apolo, al mando de 3 mil elementos de la Secretaría de Seguridad Pública, en referencia a la conducta de los anarquistas, algunos de los cuales ya se dirigían hacia el Ángel de la Independencia, donde eran vigilados por policías de manera discreta.
“Quiero que vigilen todos los hoteles”, ordenó por radio en cuanto fue informado de que el incipiente grupo iba por Paseo de la Reforma, y quizá sería de los pocos días de celebraciones multitudinarias en que era monitoreado de manera milimétrica, con la intención de prevenir desmanes.
Y aun así los comerciantes del Centro Histórico estaban preparados para bajar las cortinas de sus negocios —como lo harían—, pues ya es costumbre que, como los primeros de mayo y otros festejos, infiltrados en marchas rompan vidrios y saqueen establecimientos. Ahora las autoridades prometían control absoluto.
El jefe Apolo, como es conocido Luis Rosales Gamboa, era secundado por Álvaro Sánchez Valdés, director general de la Policía Metropolitana; ambos estaban pendientes de la marcha para conmemorar el Día Internacional del Trabajo, cuyos participantes desfilaban hacia el Zócalo. Pero los que más preocupaban eran los de siempre, los anarquistas, que se movían de manera graneada sobre Reforma.
Los demás grupos que participaban en la marcha, mientras tanto, lanzaban consignas y diatribas contra el gobierno, al mismo tiempo que repartían panfletos donde se leía: “El socialismo científico y la revolución proletaria avanza”, “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”, “Súmate a la lucha y vota por los 43”, pues “ningún político será la solución”.
Y de pronto, sobre Reforma, terminada la mayor parte del desfile, apareció un pequeño grupo, como de 30 jóvenes, algunos embozados, que enarbolaban banderolas negras y una manta con cuatro letras: “R.A.S.H”. Eran las 14:00 horas. “Que caigan los muros de las prisiones”, coreaban. “Muerte al estado”. Cruzaron el eje Lázaro Cárdenas y corrieron hacia el Zócalo por 5 de Mayo.
Eran escoltados por un piquete de agentes de tránsito, integrado por hombres y mujeres. Los llamados anarcos mostraban un letrero: “Coordinadora Antifascista Zona Metropolitana”. Coreaban: “Muerte al Estado, que viva la anarquía”. Llegaron al Zócalo y dejaron de custodiarlos, pero en calles aledañas había puñados de policías.
Ahora los acompañaba un grupito de hombres y mujeres, con el nombre de Marabunta en su indumentaria, de playeras y cascos rojos, calados con una cruz blanca. Pasaban los minutos. Sobre la plancha tendieron sus mantas y carteles. Hombres y mujeres calzaban botas de marca. Rojas, verdes y negras.
Deliberaban mientras el Llanero solitito se desgañitaba sobre el lomo de un autobús. En eso estaban cuando por 5 de Mayo apareció otro grupo, acorazado por policías, que se quedó en los alrededores. Entonces empezaron a caer las cortinas de los comercios. Los recién llegados se internaron en la plancha.
En su arribo coreaban: “Muerte al Estado”, “Que viva la anarquía”, “Acción directa y resistencia”. Se sentían vigilados. Estaban vigilados. Extramuros. Eran cerca de las 16:00 horas. Enrollaron sus bártulos y se fueron disolviendo. m tRodolfo Gerardo González, secretario general de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM), dijo que las reformas puestas en marcha reflejan el compromiso con la transformación del país y evidencian la capacidad para construir consensos y visión de Estado, por lo que no se comparte la opinión de aquellos que apuestan a la “inmovilidad”.
Ante el presidente Enrique Peña Nieto, expresó que el gobierno ha escuchado y atendido con “tolerancia y respeto” a los trabajadores y “los representantes sindicales reiteramos nuestro compromiso con el desarrollo integral de México”. No obstante, admitió que aún falta mucho por avanzar en el mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, en su seguridad social, especialmente en el régimen de jubilaciones y pensiones.
Aseguró que es imprescindible promover una reforma profunda en este rubro, aunque reconoció los avances en apoyo a la clase trabajadora, la formalización del empleo y la promoción de empleos dignos.
El presidente Nacional de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex), Juan Pablo Castañón, sostuvo que el diálogo social es el mejor camino para llevar a México a la prosperidad, y que a través del mismo se ha avanzado en la construcción de una nación más próspera.