“Soy negra y escribo para negros”
Hoy Fusilerías honrará sus orígenes, datados en el ocaso de 2001, como columna informativa ocupada en dar a conocer sucesos, opiniones y escritos en medios internacionales que rara vez se publicaban en México, siempre respetando la fuente original, con una entrevista que publica The Guardian con Toni Morrison, premio Nobel de Literatura, oportuna en esta semana de disturbios en Maryland por el homicidio de un negro a manos de seis policías.
Morrison es autora de 11 novelas, entre las que figura Beloved, historia de una esclava que mata a su hijo, con la que ganó el Pulitzer en 1988, solo un año después de que 48 escritores negros protestaron en una carta enviada al New York Times porque no se le concedió el National Book Prize. Y desde ahí vino una cascada de reconocimientos a una trayectoria literaria que abarca medio siglo, en la que es indispensable mencionar su cátedra en Princeton.
“Yo soy una escritora negra, escribo para la gente negra”, dice a la reportera Hermione Hoby, y argumenta: “Justo como Tolstói no escribía para mí, una niña negra de 14 años que vivía en Lorain, Ohio”. Agrega: “Y no tengo por qué disculparme ni sentirme limitada. Después de todo, aparecen muchos blancos en mis libros”. Tres años antes, semanas después del asesinato de Trayvon Martin, Morrison decía a la misma entrevistadora: “Hay dos cosas que quiero ver en mi vida: una es un niño blanco asesinado por la espalda por un policía. Nunca ha pasado. Otra: el registro de algún blanco, en toda la historia del mundo, consignado y sentenciado por violar a una negra. Solo uno”.
En otra parte de la charla Morrison hace un balance positivo de la presidencia de Barack Obama y pone sus esperanzas en Hillary Clinton. Cuenta que vio con entusiasmo las dos precandidaturas demócratas cuando ambos políticos compitieron por representar a su partido en la carrera por la Casa Blanca, pero le incomodaba la duda de apoyar la raza o el género. Hoy, sin embargo, tiene todas sus esperanzas fundadas en la esposa del ex mandatario estadunidense.
A sus 84 años cumplidos en febre- ro pasado, la novelista, cuya obra más reciente es God Help the Child, tiene firmado un contrato de dos libros con Random House, y si bien uno es de memorias, ella sigue renuente al subgénero, como suele recomendárselo a sus alumnos: “Mucha ficción contemporánea, así sea bien escrita, es en su mayoría una suerte de texto autorreferencial. Yo enseño creación literaria y le digo a los jóvenes que no hagan eso, que no escriban sobre su pequeña vida”. Y a sus amigos suele retarlos a que aventuren la “edad interna” que tienen, porque ella se siente de 23. Cuando la gente se asume vieja, sentencia, se cierra.
En una plática con su colega Hilton Als citada en la misma entrevista del Guardian, la Nobel confiesa que a su edad ya puede decir tres cosas: “no, cállate y vete”. Es decir, ya se ganó el derecho de no hacer lo que no quiere, lo que la pone en un lío con el asunto comprometido de las memorias frente a la editorial, sobre el que piensa a menudo y llega a la misma conclusión: no le interesa.
En medio de las jornadas de protesta en Estados Unidos, sobre todo en Baltimore, solo comparables con aquellos agitados días de los años 60 del siglo pasado, y a un día de que la fiscalía de ese estado declarara como homicidio la muerte de Freddie Gray y enfilara cargos (asesinato involuntario, asalto, negligencia) contra seis policías, resulta esclarecedor conocer la opinión de la Nobel estadunidense, la “escritora negra que escribe para la gente negra”. m