Milenio

Sabor y desazón

- Fernando Zamora

@fernandovz­amora

Entre 1977 y 1984, Sebastiao Salgado volvió a América Latina (de donde se había exiliado huyendo de los militares brasileños) para seguir a un joven sacerdote. Con él caminó por los pueblos de nuestra región tomando fotos. El proyecto Otras Américas inauguró la carrera de un economista que se volvió así fotógrafo profesiona­l. Salgado ha publicado algunas de las imágenes más impactante­s del mundo contemporá­neo y con Otras Américas consiguió unirse a la tradición del fotorrepor­taje a la altura del arte. Hoy por hoy Sebastiao Salgado es un Cartier-Bresson, un Robert Capa, un Alberto Korda.

El nombre del bio-documental de Wenders es un acierto. Lasal delatierra es un deleite en el horror de sus fotos. La cita evangélica parece adquirir significad­os nuevos y mantiene a Salgado en la línea de aquel joven sacerdote que hacía la revolución predicando el Evangelio. En efecto, la cita de Jesús “ustedes son la sal de la tierra” puede entenderse como que somos los hombres y mujeres del mundo quienes damos sabor al mundo. También es cierto que la sal, cuando sala la tierra, la vuelve inservible, infértil. En esta dicotomía entre hermosura y horror, entre sabor y desazón se mueve el último documental de Wim Wenders.

Con esta película, el director alemán ganó con justicia el premio Un Certain Regard en el Festival de Cannes. Wenders ha recorrido el camino contrario a tantos cineastas que comienzan por el documental con la idea de saltar a la ficción. En la suma de la obra de Wenders se trata de una noción absurda. Él, que ha conseguido ficciones tan enterneced­oras como Paris,Texas o DerHimmelÜ­berBerlin, parece haber caído en cuenta de que el documental es la forma más alta de la ficción. Detrás

Dirección: Juliano Ribeiro Salgado y Wim Wenders. Hugo Barbier y Juliano Ribeiro Salgado. Francia, Brasil, Italia, 2014. de Salgado, con la solemnidad con que el fotógrafo siguió a un sacerdote, Wenders echa luz sobre lo ignoto. Los rostros de Salgado en esta película son los de quien nadie ha visto porque nadie quiere ver. Ya en Invisibles (documental del 2008) Wim Wenders había estructura­do un arte ignoto en el sentido de que daba rostro a los niños a quienes el mundo no quiere ver.

Decía que Lasaldelat­ierra tiene las contradicc­iones de las que goza la sal. Lo que da sabor a la tierra es también lo que la mata. Tiene razón Salgado cuando dice que el hombre es un ser rapaz. Tiene razón, pero es contradict­orio porque él, retratando a los pobres de los pobres, digámoslo

Fotografía: de una vez, se ha vuelto millonario. Y no está mal. También Salgado es la sal de la tierra. El artista que da sabor al mundo lo sala un poco más.

A pesar de lo hermoso de este documental, uno no puede evitar la suspicacia de pensar que Wenders se ha prestado a la promoción de un nuevo proyecto que dará más dinero al fotógrafo de Lasaldela tierra: el fotógrafo de lo más humano es también fotógrafo de lo más inhumano. La película se da en el contexto de un afanoso proyecto del brasileño. Por primera vez no va ya en busca de la gente. Ahora su sujeto artístico será la naturaleza salvaje y en este cambio por primera vez se está retratando.

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