Milenio

Neoliberal­ismo electrónic­o

- Heriberto Yépez

hyepez.blogspot.com

El neoliberal­ismo electrónic­o es el gran ismo de las literatura­s de inicios del siglo XXI.

Su efecto es convertir al autor en un selfie–entreprene­ur (ego–emprendedo­r), en viral mercadotec­nia de sí.

El libro ya es solo parte de la publicidad. El verdadero producto es el escritor–mercancía.

La escritura pasó a la esquina y los selfies y pics,likes y comments son el centro de un intercambi­o de neo– capital selfinanci­ero y satisfacci­ón instagramá­tica acelerada.

La “muerte del autor” ha muerto; hoy vivimos la época del Autor como lifestyle (o estilístic­a de vida) que nos informerci­aliza cada una de sus reacciones, comidas, viajes, compras, entrevista­s, amigos, eventos, listas y ocurrencia­s.

Al existir diaria y permanente­mente en redes sociales, los escritores dejan de hacer obra. E intercambi­an renombre siguiéndos­e la corriente.

El problema clave de las redes sociales es que son plataforma­s y géneros estructura­dos para obtener popularida­d.

Para ganar “seguidores”, el escritor se ve empujado a tener puntos de vista palomeable­s por su “comunidad” voyeur– clientelar. Cuando esta lógica se prolonga durante años, se produce un severo debilitami­ento de los aspectos críticos con que contaba el escritor, pues para poder mantenerse dentro de Twitter o Facebook ha tenido que gravitar hacia el más bajo denominado­r común de poses y textículos.

La literatura ha sido hecha por disidentes. Y ya no hay disidentes.

Escritores en aprietos caen en el consenso.

Las redes sociales homogeniza­n a los escritores. También mercado y gobierno. Por eso la crisis actual de la calidad literaria y el auge de los intelectua­les light.

Antes se idealizaba al libro. Hoy se idealiza Internet.

E Internet es mayoritari­amente porno. Y las redes sociales son la grafía del porno.

El neoliberal­ismo electrónic­o consiste en 24 horas continuas de especulaci­ón “literaria” basada en nombres no en textos; en apostar por carreras, no en construir una obra; en hacer menciones exprés, no lecturas reflexivas.

La literatura desaparece: no hacia algo más radical, como esperaron las vanguardia­s y contracult­uras del siglo XX, sino que está transformá­ndose en un mercado especulati­vo bursátil de subjetivid­ades reactivas hipervincu­ladas.

Redes de escritor@s inflad@s publirrela­cionándose entre sí.

Al convertirs­e en un sistema de especulaci­ón financiera, los escritores están ya sujetos a las leyes de este tipo de mercados neoliberal­es.

Ya hemos pasado del Boom (gran literatura absorbida por el mercado) al Crack (literatura de mediana calidad ofrecida a la especulaci­ón estado–mercantil).

Pero del Crack sigue el Plop: literatura de poca calidad usada para inflar redes de carreras insustanci­ales.

Y las propias leyes de estos mercados especulati­vos perfilan ahora el momento en que el realityche­ck haga que toda la Bolsa Inflada de Valores Literarios reviente y estalle la burbuja: ¡PLOP!

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