Antonio Turok respira el paisaje de Mineral de Pozos
El fotógrafo realizó recientemente un fotorreportaje sobre este lugar, “en el que no sabes si estás vivo o muerto”
El pueblo mágico que sirvió para que el director de cine Carlos Velo filmara Pedro Páramo en 1967, fue el escenario ideal del fotorreportaje que Antonio Turok realizó recientemente como parte de un proyecto cultural que busca promover el lugar, con el libro PozosvistoporAntonioTurok.
Mineral de Pozos, Guanajuato, es un sitio que, por su conformación y poca población, pareciera abandonado a su suerte: “Me recuerda al San Cristóbal de las Casas de principios de los setenta, a Juan Rulfo, a Comala: es un lugar en el que no sabes si estás vivo o muerto, en el que hay personas, pero no más de mil”, dice Turok.
Es un sitio donde se pueden recorrer las calles, los cerros y las ruinas sin que encuentres a nadie. Hay una sensación maravillosa porque allí existe una gran historia, pero es un pueblito muy pequeño, explica el fotógrafo en entrevista con MILENIO. “Cuando llegué al lugar donde se encuentran las tres chimeneas en las ruinas de Santa Brígida, que aparecen en una de las escenas de la película PedroPáramo, entendí por qué decidieron filmar en ese sitio la cinta”, comenta el ganador del Premio del Fondo Internacional Mother Jones de Fotografía Documental en 1994.
El proyecto de documentar Mineral de Pozos —lugar que se encuentra a 45 minutos de San Miguel de Allende— surgió a partir de que el promotor cultural Pablo J. Rico decidió que una de las mejores formas de difundir el pueblo —caracterizado también por su variedad de mariachis— era por medio de un libro de fotografías. Le propuso el trabajo a Antonio, quien no dudó un instante.
En la publicación hay imágenes de los paisajes de Mineral de Pozos, sus calles empedradas, sus callejones, sus rincones y plazas; asimismo, Turok fotografió a personas que practican la danza prehispánica de los chichimecas, pues el lugar se caracteriza por preservar esa tradición, e incluso hay un grupo en la Casa del Venado Azul que se dedica a la difusión de esta cultura.
Turok recorrió tres veces el sitio para conocer bien el lugar y medir la luz, pues, cuenta, eso es lo más importante en la fotografía. Se hizo acompañar de un joven guía a quien le solía pedir que lo llevara a sus lugares favoritos para poder conocer mejor el sitio. “El pueblo es pequeño: desde las ruinas de Santa Brígida, que es donde están las chimeneas, hasta el lugar conocido como El secretomáximo, te tardas una hora en recorrerlo. No le puse mucha atención a la cantidad de lugares que recorrí, sino a lo que llamaba mi atención”, explica el artista, quien ha sido becario del Fonca y de la Fundación Guggenheim.
Para realizar el trabajo, “lo primero que hice fue abrir mi corazón. La flora y la fauna de Mineral de Pozos me encantaron. El lugar es precioso. Es un paisaje que no puedes dejar de respirar. Me maravilló la idea de que, aunque veas ruinas, el paisaje te llena de emoción. No dejas de palparlo”, comenta el fotógrafo. “Cuando ves las ruinas sueles preguntarte quiénes vivieron ahí, cómo se dio la creación de este pueblo, a qué se dedica la gente que actualmente habita ahí y cómo le hace para vivir, pues es un lugar en el que se te antoja sentarte a leer en cualquiera de sus plazas, sin hacer nada más”, destaca, y resalta que lo extraordinario fue la cantidad de nubes que tuvo oportunidad de fotografiar.
Le agradó el trato: “Me atrajo el sentido caluroso de las personas. Te reciben como si fueras extraterrestre que han estado esperando desde hace mil años. Son abiertos y cariñosos”. m