Milenio

CÓMO CAMBIÓ LA GUERRA

- POR JULIO HUBARD

Ahora se cumplen 100 años de la muerte de Rupert Brooke y le propongo tres visitas a YouTube: tres poetas, conocidos y amigos entre sí, que marcan el cambio de nuestra toda actitud hacia la guerra, actitud nueva que en cosa de un siglo invierte por completo los tres milenios anteriores de la civilizaci­ón.

De estos tres poetas (y podrían haber sido otros) elegí los poemas que marcan el paso de la conciencia secular. El primero es un canto patriótico que no puede ver el impulso bélico sino como heroísmo, incluso altruista, y como un bello modo de morir; el poema de Ivor Gurney parece simple, pero tiene una complejida­d especial: no solo se trata de una técnica de versificac­ión mucho más difícil que la de Brooke (versos de metro variable, sin rima, con expresione­s coloquiale­s) sino que ya no es un poema acerca de “cosas bellas”: hay cadáveres colgando de las alambradas, oficiales que dan órdenes absurdas y soldados acobardado­s que se niegan a cumplirlas. Un poco de horror y un poco de humor: la guerra se ha vuelto absurda y los combatient­es no hallan sentido. Y el poema de Sassoon, mucho más complejo todavía, es el horror de la guerra, sin decorados patriótico­s ni heroicos.

Rupert Brooke (1887–1915) es el emblema del soldado inglés al comenzar la primera guerra: valiente, patriota, educado, culto y cosmopolit­a. Se enlistó en la Armada inglesa al comenzar la guerra y estaba muy orgulloso de llevar a cabo su tarea de modo viril, todavía convencido de la necesidad de arrostrar “la carga del hombre blanco” —es decir, cumplir con la obligación de civilizar a bárbaros y salvajes. Nunca vio el horror en que pronto se transforma­ría la Gran Guerra. En el trayecto hacia la campaña de los Dardanelos, Brooke murió de septicemia, infectado por un piquete de mosco. (YouTube: “Rupert Brooke - The Soldier – poem”)

Ivor Gurney (1890 –1937) fue tan brillante y talentoso como indiscipli­nado y rebelde. Una gran promesa de la música y la literatura que nunca llegó a la madurez. Desde joven parecía sucumbir a cambios profundos en sus estados de ánimo. Se enlistó en el ejército británico, peleó en Ypres y fue víctima del gas mostaza. La Gran Guerra se caracteriz­ó, entre otros horrores, por el uso industrial­izado de armas químicas: es el origen del pavor al gas, como sinónimo del caos, la dispersión, el horror (y así aparece después, tanto en The Waste Land, de T.S. Eliot, como en Ulysses de James Joyce). Gurney fue dado de baja del ejército por problemas psicológic­os y pasó el resto de su vida en asilos mentales. (“Ivor Gurney ‘The Silent One’ Poem animation WW1”)

Siegfried Sassoon (1886–1967) es un personaje fascinante; de padre judío y madre anglicana, Sassoon es acaso la personific­ación del cambio de conciencia durante el siglo XX. Se alista en el ejército por patriotism­o puro y se convierte en un soldado temerario, incluso suicida, en opinión de Robert Graves. Sobrevive a la guerra, pero se sume en una profunda depresión y se transforma en uno de los primeros grandes pacifistas inteligent­es (junto a su amigo Bertrand Russell). Sugiero el video de la fundación Peace One Day (“Dame Helen Mirren – ‘Attack’ by Siegfried Sassoon”), en que Helen Mirren lee el poema.

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Rupert Brooke.

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