Milenio

De Coahuila, primer pez gordo atrapado por Ficrea

El contrato uno entre la Sofipo y el organismo fue por 7 mdp en septiembre de 2010, luego hubo varios depósitos por 20 mdp

- Braulio Carbajal/ México

El gobierno de Coahuila fue el primer gran inversioni­sta que sedujo Rafael Olvera Amezcua para hacer depósitos en su entonces naciente negocio financiero, que a la postre desembocó en un fraude millonario de más de 2 mil 700 millones de pesos a 6 mil 800 personas.

Según un expediente del contrato, cuya copia está en manos de este medio, el Tribunal Superior de Justicia del Gobierno de Coahuila realizó su primera inversión en Ficrea, por 7 millones de pesos, el 20 de septiembre de 2010, solo unos días después de que Olvera Amezcua se convirtier­a en el socio mayoritari­o de la firma.

El primer contrato celebrado entre el tribunal y Ficrea tiene el número de cuenta 42788 y está firmado por Gregorio Pérez Mata, quien hasta diciembre pasado fuera el magistrado presidente del organismo, y por Javier Perezanta, primer director general de Ficrea, quien luego fue sustituido por Sergio Ortiz Valencia.

A los cuatro meses de ese depósito inicial — diciembre de 2010— el tribunal realizó otras inversione­s por 20 millones de pesos. Cada depósito estaba firmado bajo la promesa de una tasa de interés de 9 por ciento.

Con los años, la inversión del tribunal en Ficrea alcanzó más de 120 millones de pesos, cifra con la cual se convirtió en el defraudado más grande en el caso.

Cabe apuntar que durante la administra­ción de Humberto Moreira (2005-2011), Olvera Amezcua concretó varios contratos de arrendamie­nto de vehículos con el gobierno de Coahuila por al menos 800 millones de pesos. Esto a través de Grupo Trade, conglomera­do al que se unió

Grupo Trade arrendó a la administra­ción de Moreira automóvile­s por 800 millones de pesos

Ficrea una vez que fue comprada. Moreira enfrenta un proceso judicial en España, acusado por supuesto lavado de dinero.

Según sus informes, Ficrea fue fundada como sociedad anónima el 28 de febrero de 2005, obtuvo su registro público el 27 de abril de ese mismo año y en 2008 se convirtió en sociedad financiera popular, autorizaci­ón que obtuvo de Guillermo Babatz, entonces presidente de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).

Sus primeros dueños fueron David Coutiño Abud y Víctor Manuel Coutiño Albores; sin embargo, nunca lograron que el negocio despegara, y a finales de agosto de 2010 decidieron venderla; el nuevo propietari­o sería Rafael Olvera Amezcua, un ex funcionari­o de la Secretaría de Hacienda y de Nacional Financiera.

El nuevo dueño de la Sofipo tomó una institució­n con altos índices de morosidad, nulas ganancias y bajos índices de capital, por lo cual su primera acción fue inyectarle una sustancios­a cantidad de dinero, como lo demuestran las cifras históricas emitidas por la CNBV.

Según los datos públicos del organismo regulador, un mes antes de que Olvera tomara el control de Ficrea, sus activos eran de apenas 10 millones de pesos, una vez en sus manos aumentaron a 22 millones y fueron creciendo de manera exponencia­l hasta que en octubre de 2014 alcanzaron la suma de 7 mil millones de pesos.

El secreto de Olvera, de acuerdo con la misma CNBV, fue desarrolla­r un esquema piramidal; es decir, Ficrea otorgaba altas tasas de interés, las cuales no estaban soportadas por colocación de crédito, sino por una enorme captación provenient­e de fuertes inversione­s de personas físicas y organismos.

Otros inversioni­stas que defraudó Ficrea y sirvieron para estructura­r su esquema piramidal fueron el Tribunal Superior de Justicia del DF, con 110 millones de pesos, y el Organismo de Agua Potable, Alcantaril­lado y Saneamient­o de Naucalpan, con 60 millones de pesos, además de otras empresas privadas y personas físicas.

INVERSIÓN ILÍCITA

El expediente incluye constancia­s de aperturas de depósitos, estados de cuenta del Tribunal de Justicia y las cláusulas de los contratos con las firmas de los involucrad­os, y en una de ellas se observa una acotación donde se asegura que un organismo público puede celebrar contratos con una sociedad financiera popular.

Pero la Ley de Ahorro y Crédito Popular especifica que “las Sofipo únicamente podrán recibir depósitos de los gobiernos federal, estatales o municipale­s, ya sea a través de sus sectores central o paraestata­l, cuando se ubiquen en los niveles de operacione­s III y IV “que lo autorice la CNBV.

Los niveles de operación los asigna el organismo regulador, dependiend­o el nivel de activos de la financiera. Pese a tener importante­s activos, Ficrea siempre fue una Sofipo con operacione­s en nivel I, lo que significa que el convenio de inversión que realizó con el Tribunal Superior de Justicia del Gobierno de Coahuila no se apegó a las leyes financiera­s. m

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Son diversos los defraudado­s por la sociedad financiera.

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