Milenio

Robo de identidad, un alto

- JAVIER OROZCO jogomez18@gmail.com

Cada vez es más común enterarnos de que a conocidos o a extraños les han robado su identidad a partir de la extracción ilegal de sus datos personales. Así, sin más nada, un día se entera la víctima de que tiene un adeudo en el banco, en un comercio o hasta en el SAT.

El robo de identidad puede originarse por la obtención ilegal de bases de datos en manos del Estado o de particular­es, por ello el manejo, la disposició­n y el uso de dichos datos deben estar regulados de manera eficaz e integral, pues la actual dispersión y la falta de penas lo suficiente­mente inhibitori­as fomentan su práctica.

De acuerdo con cifras oficiales, por ese delito, en 2015 se levantaron cerca de 92 mil denuncias, con reclamacio­nes que sumaron un monto de 250 millones de pesos, lo cual implica tanto una pérdida de tiempo y recursos para la persona afectada como una afectación funcional, de credibilid­ad y económica para las institucio­nes o comercios sorprendid­os.

El ejemplo más reciente lo vimos el viernes en la discusión del pleno del INE por la fuga de datos de más de 79 millones de ciudadanos registrado­s en el padrón electoral; más allá de la gravedad del acto y de quién lo cometió, está la vulnerabil­idad en la que se deja al ciudadano.

Es loable el esfuerzo que acaban de hacer institucio­nes como el INE, SAT, Condusef, Prodecom, INAI, CNBV y Asociación de Bancos al firmar un acuerdo para prevenir esa situación, pero no puede quedar ahí: los poderes Legislativ­o y Judicial tienen que hacer su parte.

Al margen de las culpas, es momento de actuar. Cualquiera puede ser la próxima víctima de la delincuenc­ia. m

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