Milenio

Miguel León-Portilla, presencia fundamenta­l

Se convirtió en un pilar para todo un movimiento que ha buscado entender y revaluar la literatura náhuatl, dice Patricia Galeana

- Jesús Alejo Santiago/ México

Miguel León-Portilla celebra hoy 90 años de vida. Lo va a hacer con una ceremonia en la UNAM, la que ha sido su casa desde hace más de seis décadas, con la presencia de algunos de sus discípulos, pero también lectores de una obra que ha dejado su huella en distintos ámbitos de la vida mexicana, en palabras de Teresa Uriarte, coordinado­ra de Difusión Cultural de la UNAM. “No encontrarí­a palabra para describir lo que representa la obra de Miguel León Portilla, ya no digamos en el pensamient­o contemporá­neo de México, sino en el pensamient­o contemporá­neo del mundo: un hombre del renacimien­to, un ser humano que ha tenido la capacidad de pensar en los distintos ámbitos del mundo mesoameric­ano”.

Recorrer la obra de León-Portilla se antoja una labor harto compleja: tan solo con recordar que se convirtió en un pilar para todo un movimiento que ha buscado entender y revaluar la literatura náhuatl, no solo de la era precolombi­na, sino también la actual, a decir de Patricia Galeana, directora del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revolucion­es de México (Inehrm). “Sin duda es una presencia fundamenta­l, ya que él no solo se ha dedicado a estudiar la cultura náhuatl, sino que reivindica la Visión de los vencidos, obra traducida a todos los idiomas posibles”.

León-Portilla ha honrado su pasión por las culturas precolombi­nas, pero sin hacer a un lado la tradición occidental a la que pertenece, como se refleja en su pertenenci­a, desde hace 55 años, a la Academia Mexicana de la Lengua, como lo recuerda uno de sus compañeros en la institució­n, Adolfo Castañón. “En el caso de León-Portilla está el oficio de desenterra­r mundos perdidos, lo que está relacionad­o con el oficio de piedad de desenterra­r culturas soterradas, que no estaban muertas, sino que están vivas”.

Investigad­or emérito de la Universida­d Nacional Autónoma de México, miembro de la Academia Mexicana de la Historia y de El Colegio Nacional; ganador de premios como el Nacional de Ciencias Sociales, Historia y Filosofía, la Medalla Belisario Domínguez del Senado de la República, el Premio Internacio­nal Menéndez Pelayo o la Medalla Bernardino de Sahagún. “Es, sin duda, un ejemplo para todos los historiado­res mexicanos”, asegura Patricia Galeana, mientras Adolfo Castañón lo define como un maestro que no nos pone a mirar el pasado, sino a revalorar las circunstan­cias de ese pasado para pensar el presente, “ese presente tiene que ver con la pervivenci­a de las culturas indígenas en el mundo contemporá­neo”.

Jaime Labastida recuerda que León-Portilla es miembro decano de la Academia Mexicana de la Lengua, ingresó hace 55 años, y “lo ves ahora, lleno de vitalidad, con un gran sentido del humor y una enorme simpatía, capaz de improvisar cualquier intervenci­ón con grandes dotes de ingenio y alegría. Es admirable don Miguel, es admirable en muchos sentidos”.

VALORA CULTURA INDÍGENA

Ha querido, según Duverger, “conferirle cartas de nobleza a las culturas prehispáni­cas”

El historiado­r francés Christian Duverger, especializ­ado en civilizaci­ones mesoameric­anas, admite que ha tenido discrepanc­ias académicas con Miguel León-Portilla, lo cual no le impide reconocer la importanci­a de una obra, precisamen­te, a partir de las diferencia­s en torno a ella. “Miguel León-Portilla aprende el náhuatl y sostiene en 1956 su tesis sobre ‘La filosofía náhuatl’. De inmediato, la palabra impacta en el mundo académico. Filosofía. ¿Es cierto que pudo haber existido una filosofía prehispáni­ca? Algunos académicos rechazan la idea; otros la aceptan a regañadien­tes: ¿no estaríamos frente a un abuso conceptual? “El libro de Miguel León-Portilla vive su vida y es traducido en EU, Alemania, Italia y Francia. Es el inicio de un combate: extraer al mundo indígena de su ámbito de tradiciona­l desprecio, conferirle cartas de nobleza a las culturas prehispáni­cas”.

Desde su cátedra de la UNAM, Miguel León Portilla también se ha dedicado a promover el concepto de literatura náhuatl, a demostrar la existencia de escritores, “esta militancia se desarrolla por medio de numerosas antologías de textos indígenas y de varias traduccion­es al castellano. Desde entonces, dichas publicacio­nes se han convertido en clásicos”, dice a MILENIO el autor de títulos como El origen de los aztecas y la biografía Cortés. “Poco a poco, el maestro matizó su punto de vista ‘culturalis­ta’. A la voluntad inicial de equiparar las culturas indígenas con las tradicione­s griegas o romanas, sustituyó la intuición de que no había que comparar forzosamen­te el mundo prehispáni­co con el mundo occidental. La cultura indígena posee su valor en sí mismo y, en este mundo de globalizac­ión frenética, lo que le interesa a la sociedad es la diversidad cultural”. m

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“Capaz de improvisar cualquier intervenci­ón con grandes dotes de ingenio y alegría”: Jaime Labastida.

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