Fiesta de disfraces
Se suponía que esta semana iba a ser clave en el futuro del futbol. Pero cuando los cinco candidatos a la presidencia de FIFA crucen el lujoso hall de su edificio el próximo viernes, encontraremos el mismo panorama. Reportes, informes, sacos, corbatas, pañuelos blancos y horas de discursos durante las cuales, los miembros del comité se inclinarán frente al atril repitiendo esos mantras tan sectarios: el futbol es más que un juego, por el bien del fútbol y por un mundo mejor. Entre rezo y rezo se colarán sin discreción, los estados financieros, las cifras del negocio, la bandera del fair play, los hombres unidos por un balón y entonces, el peso del corporativismo será retratado en los lacrimógenos videos de FIFA: donde el niño negro le pasa el balón al niño blanco.
Aplausos. Y de nuevo, otro comité y otro discurso al escenario, cada uno con el protocolario: “ladies and gentleman”, dentro de un auditorio donde la representación femenina será mínima. Establecido un ambiente pastoral, se hablará de racismo, discriminación, salud, transparencia y solidaridad. Todos los pergaminos sagrados que dan legalidad y representación al juego, son temas que FIFA lleva años utilizando como barricada frente a una maquinaria que fabrica dinero e influencia en los cinco continentes. Camufladas bajo programas de desarrollo en países de África, Asia, América Latina y el Caribe, que volverán a ser el voto duro del sistema, las elecciones fueron durante de décadas un trámite sencillo, ganaba el hombre que repartía el dinero: Blatter. El futbol esperaba un cambio pero ninguno de los candidatos, Infantino, Al Hussein, Al Khalifa, Sexwale y Champagne, han enseñado la cara. FIFA elegirá a su presidente en una fiesta de disfraces.