Milenio

La televisión

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Todo el tiempo me topo en las redes sociales con gente que me dice que la televisión es una mierda, que todo lo que se dice en ella obedece a los más oscuros intereses.

Y que, por supuesto, que este maldito medio de comunicaci­ón atrofia nuestras neuronas, que nos obliga a hacer cosas que no queremos, que la pantalla nos manipula.

Bueno, pues a todos esos haters les tengo una magnífica noticia: ya tienen su propia serie de televisión, se llama UnReal y se estrena hoy a las 23:00 por el canal Lifetime.

Si yo fuera ustedes, no solo me pondría a ver este imperdonab­le ejercicio de odio. Hasta me excitaría, me retorcería de placer.

UnReal es una serie de ficción que denuncia lo que supuestame­nte pasa durante la producción de un reality show.

Y sí, se ve cómo los ejecutivos se acuestan con quien quieren, cómo las drogas van y vienen, y cómo nada de lo que sale en la tele es de verdad.

Todo es como un guión donde nadie dice lo que piensa, donde nadie hace lo que quiere y donde los valores no existen.

Hasta el más bueno, guapo y dulce es un hijo de fregada maldito, vicioso, caliente y destructor de mujeres.

Esto es como La dictadura perfecta pero plus.

Mire, para no hacerle el cuento largo, si usted andaba buscando algo para hablar mal de la televisión, ya lo encontró.

No por nada, cuando UnReal se estrenó en Estados Unidos, conmocionó a las multitudes, fascinó a la crítica y obtuvo sus buenos premios.

Es el programa ideal para los amigos, los enemigos y la gente que trabaja o que quiere trabajar en esta industria.

Y lo mejor es que como se va a transmitir a las 23:00, está perfectame­nte bien ubicado en el nuevo horario estelar de la televisión nacional e internacio­nal.

Ahora bien lo bueno: ¿Quiere mi opinión? Se la voy a dar.

UnReal aparenta ser una cosa, pero es otra.

Quienes hemos tenido el privilegio de ver o de participar en la producción de reality shows, tanto en México como en otros lugares del mundo, sabemos la verdad.

¿Cuál? Que aquí, como en todo, como en el cine, el teatro, la música y cualquier otra industria cultural, hay gente puerca, 100 por ciento enferma, desgraciad­a.

Pero también hay personas maravillos­as, sensibles, educadas, creativas y de lo mejor.

A la televisión le toca bailar con la más fea por su cercanía, inmediatez y obviedad, pero en este negocio, como en cualquier otro, nunca es bueno etiquetar.

Los responsabl­es de esta serie son mucho más inteligent­es de lo que parecen, porque a partir de la polémica y de la vulnerabil­idad de los reality shows captan la atención de las multitudes.

¿Para qué? Para construir un ejercicio dramático increíblem­ente elevado.

Por un lado tenemos la historia de cómo se produce el reality show y, por el otro, la de la gente que está adelante y detrás de las cámaras de esta emisión.

Hasta aquí ya tenemos material para dar y regalar, porque ambos extremos se tocan, se utilizan, juegan y se traicionan. ¡Es fabuloso!

Pero la verdadera virtud de esta serie, cuya primera temporada solo va a durar 10 capítulos de una hora, está en otra cuestión.

¿Cuál? Que el verdadero sustento dramático de esta historia es el duelo moral entre dos personajes femeninos francament­e sublimes: la productora y su asistente de producción.

La productora es el diablo hecho mujer, punto, una criatura maligna, grosera, sin escrúpulos, capaz de cualquier cosa con tal de cumplir con los caprichos de los ejecutivos, de dar rating y de convertir su emisión en un éxito.

Su asistente es un chica que se debate entre lo que le ordenan hacer y entre lo que desearía poder hacer. Ella sí sabe de valores, de leyes, de ética y de culpas.

Lo auténticam­ente sabroso de UnReal es el choque entre estas

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