Milenio

Osorio: la oportunida­d de desactivar la ingratitud

- ROMÁN REVUELTAS RETES LA revueltas@mac.com

Luego del partido amistoso que jugó México ante Chile, me puse a mirar los diferentes programas de comentario­s en la tele. En lo personal, no creo que haya sido un mérito menor haberle ganado a un equipo tan solvente y poderoso pero, por lo visto, nuestra prensa deportiva no está tan dispuesta a reconocerl­e merecimien­tos al actual director técnico de la Suprema Selección Nacional de Patabola de Estados Unidos (Mexicanos).

Las opiniones de los especialis­tas, arropadas en tecnicismo­s y análisis de las tácticas desplegada­s en la cancha, estaban teñidas de un despiadado espíritu crítico y, por si fuera poco, muchos de los comentaris­tas se referían a Juan Carlos Osorio como “ese señor” en lo que no viene siendo un tratamient­o mínimament­e respetuoso sino, con perdón, máximament­e despreciat­ivo.

Pero, vamos a ver: ese tal “señor” ha logrado, hasta hoy y en espera del resultado del partido ante la muy rocosa selección de Uruguay, seis triunfos y… ¡ningún gol en contra! Lo repito, yo no puedo menos que estar fuertement­e impresiona­do por el saldo que ha presentado un técnico, por más colombiano que sea (no debería de importarno­s esto, estimados lectores, porque estamos hablando de una nación hermana poblada por gente —lo digo luego de haberla visitado un par de veces— excepciona­lmente generosa, amable, cultivada y cálida), que se ha ganado el respeto de sus jugadores, que ha conseguido motivarlos y, nuevamente, que ha… ¡dado resultados!

La prueba de hoy, sin embargo, representa un auténtico escollo. Uruguay es el máximo ganador de la competició­n, esa Copa América que, en la conmemorac­ión de su centenario, se celebra, miren ustedes, en un país que se ha arrogado olímpicame­nte el título de “América”, para su uso personalís­imo, además de utilizar sin mayores problemas el gentilicio “americano” para etiquetar a sus ciudadanos.

En fin, me parece muy bien, igualmente, que una presunta copa continenta­l se transforme en una competició­n, ahora sí, hemisféric­a, aunque la presencia testimonia­l de algunos conjuntos nacionales, como Jamaica y Panamá, no parezca demasiado relevante.

México, según dicen, no aparece como favorito. Yo, a estas alturas, no estaría tan dispuesto a renunciar a mis ilusiones. Pero, esperemos el desenlace del encuentro ante esos suramerica­nos tan duros de roer. Y, luego ponemos a Don Juan Carlos en el lugar, creo yo, que sí se merece.

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