Milenio

Mentirosos del voto

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Lo habíamos pronostica­do. Todos por igual, sean políticos, líderes de partidos, candidatos y hasta fanáticos —de todos los colores—, recurriero­n al engaño descarado y la mentira procaz, luego de la jornada electoral de ayer domingo.

Y es que en una suerte de milagro de la “multiplica­ción de los triunfos”, la noche de ayer todos se dijeron ganadores, nadie aceptó la derrota y, en todos los casos, convocaron a los medios para cantar pingües victorias que no probaron, más allá de su dicho, el voluntaris­mo y la mitomanía electoral.

La política y las elecciones convertida­s en groseros actos de fe, donde no hay lugar para la honestidad y —donde lo importante—, parece ser engatusar al electorado con supuestas victorias que nadie prueba; como si las elecciones se ganaran con encuestas y alarde de victorias imaginaria­s.

Pero el problema no solo son los mentirosos de la política y sus mentiras del voto. No, el verdadero problema está en la sociedad, en votantes y electores. ¿Por qué aceptamos las mentiras electorale­s y a los mentirosos del voto?

La respuesta la saben todos, porque casi todos vivimos del autoengaño político y electoral; porque más que el engaño y la mentira de los políticos, los ciudadanos creemos nuestras propias mentiras y nuestro engaño, al extremo de que jus- tificamos y hasta aplaudimos a nuestro partido preferido, líder adorado, o candidato enamorado si se vale de la mentira y el engaño para ganar.

La victoria lo justifica todo; la mentira y a los mentirosos.

Por eso, la noche de ayer pocos repararon en el absurdo mostrado por los líderes del PRI, Manlio Fabio Beltrones; del PAN, Ricardo Anaya, y del PRD, Agustín Basave, quienes reclamaron triunfos como si hubiesen estado en juego más de 20 gobiernos estatales.

Y es que según Beltrones, el PRI se alzó con 10 victorias, a pesar de que hasta anoche solo tenía certeza en cuatro gobiernos estatales; Hidalgo, Sinaloa, Zacatecas y Oaxaca.

Según Anaya, el PAN tenía seguros tres triunfos; Puebla, Tamaulipas y Veracruz y peleaba Durango, Chihuahua y Aguascalie­ntes. Lo cierto, sin embargo, es que solo tiene seguros Puebla y Tamaulipas.

Según Basave, el PRD ganaría Tlaxcala, Quintana Roo, Durango, Veracruz, Oaxaca y Ciudad de México.

Y según los voceros de Morena, el partido de AMLO habría ganado Veracruz, Zacatecas y la Ciudad de México. ¿Quién miente? ¿Por qué el engaño vulgar? Pero es peor si vamos a cada entidad. Los Yunes en Veracruz; Héctor y Miguel

Ángel —del PRI y PAN–PRD, respectiva­mente—, se dicen ganadores, lo mismo que el abanderado de Morena, Cuitláhuac

García. ¿Quién miente? En Tamaulipas, el panista Francisco

Cabeza de Vaca y el priista Baltazar Hinojosa, reclaman la misma victoria. ¿Quién miente? En Chihuahua ocurre algo similar: Javier

Corral y Enrique Serrano se dicen ganadores. ¡Alguno nos engaña! Y en la misma situación están en resto de los estados, donde no existe un solo demócrata, de esos cuya cultura democrátic­a los lleve a reconocer la victoria de la democracia y del adversario.

Y está claro que el PRI será el partido con más victorias y con más votos en la elección de ayer, pero se antoja difícil que llegue a los 10 triunfos; es cierto que el PAN tiene dos victorias y que pelea otras dos, pero también habría perdido dos gobiernos actuales, Sinaloa y Oaxaca.

Y podrán decir misa el PRD y Morena, pero lo cierto es que su división los llevó al fracaso y a la posible extinción en el caso de los amarillos.

Ya conocemos las mentiras. Hoy conoceremo­s a los mentirosos del voto.

Al tiempo. m

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El líder nacional del PRI, Manlio Fabio Beltrones, proclamó triunfos.

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