La homilía del mal humor social
Qué tan real es la existencia de un voto de castigo de la Iglesia contra el PRI por la iniciativa presidencial del “matrimonio igualitario”? Más allá de las homilías dominicales contra esta iniciativa documentadas en algunos templos católicos de la zona del Bajío no hay prueba fundada de la existencia de una operación preelectoral generalizada, sistemática y continua de la Iglesia para castigar al gobierno y su partido en el pasado proceso electoral.
Esta operación apenas inicia y la señal de arranque se dio en el editorial del semanario Desde la Fe del pasado domingo 12 de junio, con un título que lo dice todo: “Merecido voto de castigo”.
El editorial apunta que: “No cabe duda que el hartazgo ante la corrupción, la ineficiencia y la impunidad, así como la imparable violencia y la inseguridad en la que vive secuestrada la ciudadanía, han sido los factores que llevaron a la derrota del partido en el poder. Por eso, hace unas semanas, nos preguntábamos en este espacio si el Presidente de la República no tenía prioridades que atender antes de hacer una propuesta legislativa destructora de la familia, de sus derechos y de sus valores. Ante dicha agresión de la Presidencia a la sociedad, ésta se ha movilizado de forma sorprendente en las redes sociales y en las calles, manifestando un rechazo total a una iniciativa —que se pretende autoritaria—, y detrás de la cual está el intervencionismo extranjero de poderosos lobbys auspiciados por la Organización de las Naciones Unidas, que financian esta perversión de los valores en los que secularmente se ha organizado de manera natural la familia y la sociedad”.
En lo particular, considero desmedida y fuera de tono esta postura editorial, porque el matrimonio igualitario tiene ya la aprobación y validación de leyes e instituciones republicanas como la Suprema Corte de Justicia, y el aval mismo de los tiempos liberales contemporáneos, que apuntan a la tolerancia y al respeto de los derechos humanos sobre cualquier postura ideológica o doctrinaria; pero no deja de ser políticamente relevante este posicionamiento porque refleja una fisura y un distanciamiento entre la Iglesia católica dominante y el gobierno. Algo que parecía difícil de suscitarse después de la reciente visita oficial del papa Francisco a México, donde se dejó la impresión de un buen acuerdo diplomático y político entre el Vaticano y el gobierno mexicano.
Intrigado sobre lo que pudo haber suscitado este virtual distanciamiento entre la jerarquía católica y el gobierno, busqué el fin de semana a un sacerdote jesuita, generalmente informado y avezado en los temas de la relación Estado-Iglesia. Lo que me dijo fue lo siguiente: “En Roma hay la sensación de que el papa fue traicionado. Él se portó políticamente correcto cuando estuvo en el país. Contra su deseo personal, se abstuvo de entrevistarse con los padres de los normalistas de Ayotzinapa, y moderó su discurso contra el gobierno. Fue más crítico con los propios obispos mexicanos que con los políticos mexicanos, y ahora le pagan con esa moneda… Se les olvida algo: en 2010, el cardenal Jorge Mario Bergoglio se enfrentó al gobierno por una iniciativa similar. Allí empezó la caída de la presidenta Cristina”.
En conclusión: la Iglesia católica no operó en el pasado proceso electoral, pero seguramente lo hará, y a fondo, en los próximos dos años. El mal humor social ya tiene su homilía. m