Milenio

Los salones Centurión, ese invento mexicano

- BÁRBARA ANDERSON

Hace 23 años, a un director general de American Express en México se le ocurrió la idea de crear un espacio donde sus tarjetahab­ientes pudieran esperar más cómodos su siguiente vuelo, un lugar donde pudieran comer, leer y ser atendidos antes de viajar. Era Edmundo Pérez de Cobos, que con esta idea creo ni más ni menos que la primera sala VIP de American Express en el mundo, en 1993. “Ya había salones de las aerolíneas, pero ninguno tenía el concepto de servicio que se creó aquí”, me confirma Jorge Guevara, VP de asuntos corporativ­os y comunicaci­ón para Latinoamér­ica y el Caribe de American Express.

La idea mexicana se exportó y ahora hay 900 salas VIP en 130 países. Y justo a dos décadas de aquella innovación local, Amex le dio la vuelta y ahora está reconvirti­endo sus salones Centurión Club en The Centurion Lounge.

Después de debutar en Las Vegas hace dos años —y abrir en San Francisco, Dallas, Boston, Houston, Buenos Aires, Delhi— le toca el turno a la Terminal 1 del AICM (donde todo empezó).

“No vendemos un espacio, sino una experienci­a. Que el viaje comience en esta sala”, agrega Youmna Harb, VP de marketing de American Express.

¿Qué encontrará­n a partir de ahora quienes tengan en su cartera una tarjeta Centurión o Platinum? Con una sala llena de firmas de renombre detrás de cada innovación: un espacio 30 por ciento más grande (500 metros cuadrados) diseñado por el despacho Oxígeno Arquitectu­ra (los mismo que remodelaro­n los corporativ­os de DHL y Cisco), de Grissel Orozco y Jorge Armendáriz; un menú creado por el cada vez más premiado Enrique Olvera; y una cava armada por la sommelier Sandra Fernández, además de consultore­s de aromas, iluminació­n y música para que todo maride entre sí.

“Hay gente que ya se programa para llegar antes al aeropuerto para poder disfrutar de ese espacio. Logramos que el tiempo promedio de estancia pase de 45 a 60 minutos”, agrega Harb.

El Centurion Lounge tiene capacidad para 190 personas y un flujo mensual de 12 mil tarjetahab­ientes que pueden acceder a un spa, manicure, peluquería y hasta servicio de bolero. En total hay más de 100 personas trabajando en ese lounge, “para dar todo el nivel de glamur que parece invisible en nuestros salones”, agregó.

Si bien no dieron cifras de la inversión que demandó abrir el capítulo mexicano, tuvieron meses de sesiones con clientes y pasajeros frecuentes para saber exactament­e qué hacía la diferencia entre un espacio American Express y el de una aerolínea.

Hoy se presentó en sociedad la revolución de un invento (que no todos sabíamos) que era mexicano. m

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