Milenio

Anestesia

- RAFAEL PÉREZ GAY rafael.perezgay@milenio.com Twitter: @RPerezGay

El camino de la Conde- sa a Santa Fe es uno de los capítulos locos de la novela de la Ciudad de México. Constituye­ntes, un asco de tránsito; en cierto sentido es un milagro que los edificios inteligent­es de esa ciudad imposible permanezca­n en pie. La noche anterior, una manga de lluvias y vientos indomables arrastraro­n coches y deslavaron cerros. Yo iba al hospital ABC a una cistoscopí­a, mi propio deslave interior.

Lacistosco pía es un procedimie­nto invasivo, pero poco riesgoso, que consiste en entrar por la uretra y llegar a la vejiga para ver en una pantalla las condicione­s de ese filtro del cuerpo. Si usted entra, lo que ve es una pequeña caverna que solo el urólogo interpreta con precisión. Para ese estudio es necesario dormir al paciente durante 30 o 40 minutos. La pérdida de la conciencia es una aventura extraña y, no me lo van a creer, un tanto placentera.

Antes moría de angustia en el quirófano. La plancha, nombre dramático del camastro de intervenci­ón, los aparatos, como si estuviera a punto de despegar en una nave espacial, todo me daba un miedo incontrola­ble.

Sé que van a decir que soy presumido, pero después de 29 estaciones en el quirófano, esta vez no tuve miedo, y me dio miedo no tener miedo. Pensé que podía ser una señal, un mensaje de que esta vez me despedía de la vida. No se burlen, el que entra al quirófano se pone trágico.

Ahí estaba entonces, tendido en la plancha. Solo. La anestesia para el procedimie­nto se llama sedación profunda, no entuban al paciente; en fin, no entremos en detalles. La anestesiól­oga que me ha atendido 29 o 30 veces me pregunta por mis hijos y yo le respondo, pero sé que empieza a darle salida al narcótico que entra por la vena. Le dije, ¿o lo soñé?, que cuando se siente una chispa en las sienes estás dormido: pierdes la conciencia. Un breve momento de placer en el cual el olvido viene por ti. Si así se sintiera la muerte, no sería para nada un trauma. Los filósofos se han devanado los sesos tratando de definir la conciencia. Nadie sabe qué rayos es la conciencia: ¿un estado del alma, una forma de percibir el mundo, un modo de inventar la realidad? Antes de dormir siempre te acompaña una imagen, no una imagen, un pensamient­o. Esta vez vi a mi madre, se los juro. En fin, ustedes se preguntará­n por qué les cuento esto, la verdad no sé: tenía ganas. M

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