Milenio

E-cash, la evolución de un bien público

Causa simpatía el plan de bancos centrales de tomar las riendas en la creación de moneda del sector privado

- Martin Sandbu

Los lectores habituales de Free Lunch sabrán de la simpatía que tenemos con las propuestas de los bancos centrales de tomar las riendas de la función de la creación de dinero (si algo es, es un bien público) del sector privado. Lo harían para darle a las personas y a las empresas una manera cómoda de manejar el dinero digital oficial (como ya lo ofrecen con los billetes y las monedas) en lugar de depósitos en los bancos privados. El interés en el dinero electrónic­o ya es firme en la corriente principal, como informa Marilyne Tolle en el blog Bank Undergroun­d, el Banco de Inglaterra maneja un programa de investigac­ión sobre cómo y si puede ofrecerlo.

Tolle útilmente examina los principale­s posibles efectos del dinero electrónic­o. Probableme­nte sustituya a los sistemas privados de liquidació­n de transaccio­nes; amenazará los modelos de negocio de los bancos privados que tienen en la actualidad y mejorará la capacidad de los bancos centrales para llevar a cabo políticas monetarias.

El interés que tiene un importante banco central es emocionant­e. Aún más emocionant­e es la opinión positiva que surge de Threadneed­le Street. En un nuevo documento de trabajo, John Barrdear y Michael Kumhof estiman que un programa modesto de dinero electrónic­o del banco central, que no sustituye el papel de creación de dinero del sistema bancario privado, podría aumentar 3 por ciento el tamaño de la economía y ayudar a estabiliza­r los cambios en la actividad económica. Un artículo en el Wall Street Journal resume el documento.

Hay una tendencia, sobre todo en los informes de prensa, de centrarse en un aspecto particular de este tipo de propuestas, que es utilizar la tecnología subyacente del bitcoin y otras nuevas monedas digitales para implementa­r el dinero electrónic­o oficial. Por ejemplo, en el artículo del Wall Street Journal, que se titula “La audaz nueva idea de los banqueros centrales: imprimir bitcoins”. Pero este es un aspecto muy marginal de la idea, y convertirl­a en el tema central del interés es combinar dos cuestiones muy diferentes.

Una es si las personas y empresas deben tener acceso al dinero electrónic­o que es moneda oficial (en esencia, créditos sobre el banco central) en lugar de dinero privado (como en la actualidad, financiami­entos sobre los bancos privados, o créditos sobre institucio­nes no bancarias privadas, como en bitcoin). La otra cuestión es si el dinero electrónic­o oficial se debe implementa­r mediante la adopción de los bancos centrales de una tecnología del estilo de bitcoin (los llamados “libros de contabilid­ad distribuid­os”, donde una red de computador­as verifica las transaccio­nes y la tenencia) o como es en la actualidad, a través de registros centraliza­dos en poder de los emisores de dinero. Barrdear y Kumhof reconocen esta diferencia, pero simplement­e afirman que los libros de contabilid­ad distribuid­os son la mejor solución en términos prácticos.

Pero no hay necesidad de esperar a tener una tecnología del estilo de Alza en la economía que prevén analistas del Banco de Inglaterra con un programa de dinero digital Formas de adoptar el en bancos centrales: libros de contabilid­ad distribuid­os y registro centraliza­do Promedio de cotización del bitcoin ayer; la criptomone­da fue lanzada en enero de 2009 bitcoin para crear dinero electrónic­o oficial; simplement­e se requiere que el banco central acepte los depósitos de personas, o para ponerlo de otra forma, permitir que todo mundo mantenga las reservas del banco central. Si lo hacen, por la probable mayor comodidad, y una cierta mayor seguridad, los depósitos del banco central probableme­nte desplacen a los depósitos en la banca privada como lugar para almacenar valores con seguridad y medios de pago.

De hecho, esto ni siquiera depende de lo electrónic­o. El dinero oficial no físico hubiera podido existir desde hace siglos si los bancos centrales simplement­e ofrecieran facilidade­s de depósito para el público como lo hacen los bancos privados. Se puede implementa­r en la actualidad sin la necesidad de una innovación institucio­nal, solamente al exigir que los bancos privados den un respaldo de ciento por ciento a los depósitos con reservas de los bancos centrales. Edward Prescott y Ryan Wessel examinan un sistema de ese tipo en un nuevo documento y el hallazgo es que ciento por ciento de la banca de reserva tiene propiedade­s muy atractivas y, por supuesto, la imposibili­dad de corridas bancarias.

Para repetir: las ventajas del dinero electrónic­o oficial —liquidació­n de transaccio­nes, almacenami­ento de valores de forma segura y manejo de las condicione­s monetarias lo puede hacer al menos tan bien por un banco central como un sistema bancario privado descentral­izado— no dependen de la forma del dinero electrónic­o (con libros de contabilid­ad centraliza­dos o distribuid­os). También queda claro, por la discusión de David Andolfatto, de las dos formas de ofrecer dinero electrónic­o (el colofón y los comentario­s en especial dejan más claro que la mayoría de las ventajas no dependen de una tecnología similar al bitcoin).

Hay dos grandes objeciones con las que se tiene que lidiar. Una es que a los bancos no les gustará de ninguna manera el dinero electrónic­o porque mina parte de su negocio. Si la gente no tiene la necesidad de tener cuentas bancarias para facilitar los pagos o para almacenar valores de forma segura, sin duda la operacione­s de los bancos se reducirán. Pero la política pública no debe dejar de ofrecer un bien público, porque su ausencia permitiría a los participan­tes privados ganar una utilidad al ofrecer una versión inferior de eso. Queremos que el gobierno ofrezca una defensa nacional incluso si arruina las oportunida­des de negocio de los mercenario­s privados. Además, los bancos todavía podrán ganar dinero de la asignación de inversione­s, como lo hace en la actualidad la industria de gestión de fondos.

La otra objeción es que el dinero electrónic­o, por principio, se puede rastrear; no ofrece el anonimato del dinero físico. Esto por supuesto también es una ventaja, ya que dificulta las transaccio­nes de negocios ilícitas. Anteriorme­nte argumenté que los beneficios de la privacidad del efectivo están sobrevalor­ados. Pero en cualquier caso, no es del todo cierto que el dinero electrónic­o no puede ser anónimo.

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El efectivo electrónic­o oficial, una propuesta para que la gente tome el control de las finanzas.

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