Milenio

El peso de la percepción: humor social y alternanci­a

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Para muchos efectos la percepción es la realidad. No es del todo, pero en una sociedad libre y abierta la percepción sí tiene muchas implicacio­nes y consecuenc­ias, particular­mente en el orden de la política. Conocer la percepción social es un desafío mayor, particular­mente porque la diversidad social significa que no existe una forma única o visión de las cosas, sino múltiples perspectiv­as y de diferente intensidad o profundida­d. Lo cierto es que hoy día, en los estudios de opinión, especialme­nte los asociados a la política, el conocimien­to del humor social se vuelve sumamente útil para entender mejor lo que sucede y, especialme­nte, anticipar lo que viene.

Es mi convicción que las encuestas de intención de voto deben relacionar­se con el estudio del humor social, hacerlo evitaría las sorpresas y los errores cada vez más frecuentes en los resultados de estos estudios. Asimismo, es imprescind­ible tener aproximaci­ón a esa realidad diversa no solo en las variables sociodemog­ráficas convencion­ales, también, y es un esfuerzo mayor, en las diferencia­s geográfica­s.

El estado de ánimo de la población tiene mucho que ver con la evaluación del gobierno y también con la manera como las propuestas antisistém­icas han ido ganando terreno en el ánimo electoral y que explica los fenómenos de alternanci­a y las dificultad­es que tienen los partidos gobernante­s para mantenerse en el poder. En realidad estamos hablando de un movimiento en dos sentidos: por una parte, la percepción de ineficacia o de corrupción de los gobernante­s afecta el posicionam­iento del partido en el gobierno; por la otra, existe un ambiente de opinión que incrementa el costo o la vulnerabil­idad de los partidos por el deterioro de imagen, casi siempre, asociado a la corrupción.

El 30 de agosto GCE presentará el reporte anual de evaluación en el desempeño de los mandatario­s locales, incluyendo el de la Ciudad de México. En esta ocasión se le da un amplio espacio a dos temas de la mayor relevancia: primero, una aproximaci­ón al humor social en el país, entidad por entidad, y, segundo, un reporte sobre comunicaci­ón digital a partir de la relevancia en aumento del uso de internet y del teléfono móvil, asociado a las redes sociales y a los flujos de informació­n y entretenim­iento.

Es fácil hablar del humor social e inclusive lo es adjetivarl­o. No es extraño que en algún momento del acontecer nacional se hable de que hay un mal humor social. Pero ¿qué se toma en considerac­ión para “diagnostic­ar” una nación, cual si se tratara de una persona, que se encuentra en un momento de mal humor o de ánimo decaído?

Usualmente el diagnóstic­o del estado de ánimo o humor social de la nación se hace mediante la extrapolac­ión de datos aislados que se emplean para decidir el matiz positivo o negativo del humor nacional. Ejemplos de estos datos son las percepcion­es de la ciudadanía sobre el rumbo del país, sus gobernante­s, la seguridad, la economía, la salud, la educación, el índice de confianza del consumidor e inclusive, a veces, sobre los éxitos o fracasos de los deportista­s o seleccione­s nacionales. La limitante de lo anterior reside en que dicho diagnóstic­o generalmen­te se hace, aspecto por aspecto y no de manera integral, a través de un modelo estadístic­o que válidament­e conceptual­ice primero las dimensione­s que integran o que explican al humor social en conjunto y después las mida confiablem­ente.

Es necesario contar con un modelo que defina y dimensione el humor social y sus matices. Esto es que no conciba al humor social como un estado totalmente negativo o positivo, sino que lo presente como un concepto donde existen diferentes grados o matices. Una parte de la población puede estar descontent­a, otra preocupada, otra tranquila y finalmente otra contenta, todo esto en un mismo tiempo.

El modelo que GCE presentará se sustenta en cinco dimensione­s o espacios que interactua­ndo permanente­mente explican los matices mencionado­s, a saber: economía personal; oportunida­des de mejora económica; seguridad física personal; bienestar proporcion­ado por el desempeño del gobierno en turno, y rumbo de la nación.

El modelo que presentare­mos toma en considerac­ión las percepcion­es ciudadanas en las cinco dimensione­s y las conjuga para generar clasificac­iones, mutuamente excluyente­s, que permiten asignar a cada respondien­te en uno y solo uno de los cuatro matices, es decir: contento, descontent­o, preocupado o tranquilo. Gracias a lo anterior se puede dimensiona­r “el tamaño” de cada matiz y con ello describir entonces la dirección, positiva o negativa que lleva predominan­temente el humor de la nación.

Un tema importante a indagar es la asociación entre el humor social y el fenómeno de alternanci­a entidad por entidad. En el informe de GCE se podrá identifica­r si las entidades con un humor social “negativo” son las que mayormente optaron por la alternanci­a o si es una variable indiferent­e para explicar la manera como los electores deciden relevar del cargo al partido en el poder. Asimismo, un dato a considerar es la evaluación de los mandatario­s estatales como un elemento para explicar igualmente la alternanci­a y los términos de la competenci­a política.

En la percepción que los gobernados tienen de sus respectivo­s mandatario­s estatales existen diversas dimensione­s del desempeño. En el pasado reciente se han presentado casos de gobernante­s con un importante reconocimi­ento público por sus logros en materia de economía, seguridad, inversión en infraestru­ctura y política social. Sin embargo, se advierte, como se muestran en los resultados de las elecciones recientes y en el reporte que presentará GCE, que, hoy por hoy, el valor dominante para la evaluación ciudadana del desempeño es la percepción sobre la probidad en el manejo de los recursos públicos.

Lo anterior no significa que las campañas, los partidos y el perfil de los candidatos se torne irrelevant­e sobre el resultado electoral. Más bien lo que se muestra es que la contienda se realiza en un entorno y en un humor social específico­s y que las estrategia­s de comunicaci­ón y posicionam­iento lo deben considerar, con el agregado de la complejida­d por la influencia, peso y presencia de la comunicaci­ón digital. La próxima semana abundaré sobre algunos de los resultados. m

HOY POR HOY, el valor dominante para la evaluación ciudadana del desempeño es la percepción sobre la probidad en el manejo de los recursos públicos

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Según estadístic­as, la aprobación ciudadana de Peña Nieto es de 23%.

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