Deporte, reflejo del desarrollo de un país
Después de los mediocres resultados obtenidos en los Juegos Olímpicos 2016 (por decir lo menos), México tiene que replantearse su proyecto de desarrollo de deportistas (si es que existe). Como es costumbre, el mexicano (fácil de palabra) crucificó, principalmente, a los atletas olímpicos aztecas. No fueron pocos los que, en redes sociales, los tacharon de mediocres o de dilapidadores de los impuestos (en los mejores de los casos). En otros (como el de Alexa Moreno), se metieron hasta con su físico (que simplemente no encaja con los estereotipos). No se trata de quién la hizo, sino de quién la pague. Las víctimas fueron los atletas, que a la hora de la verdad son quienes dan la cara a México y el mundo. Sin embargo, ellos solo están en medio de las disputas de egos y, muy seguramente, corrupción que hay entre las federaciones deportivas y la Conade, encabezada por Alfredo Castillo. Las federaciones no está dispuestas a abrirse a la transparencia y la Conade, en lugar de invertir en el desarrollo de deportistas, prefiere gastar en difusión. Si en este ovillo hay algo que importe, no es el deporte. El deporte es una extensión de la guerra (con medios no violentos), una manera de exacerbar el nacionalismo, enorgullecer a un pueblo y demostrar al mundo el poder. Un país sin atletas, es un país sin guerreros, y un país sin guerreros es un país en decadencia (como diría Nietzsche). El deporte mexicano es el reflejo de nuestro desarrollo. Cuba (con alrededor de 11 millones de pobladores) tiene más medallas que el nuestro (donde hay más de 100 millones). Los resultados dicen más que las palabras.