Que digan que estoy dormido, teatro acerca de la impunidad
Dice el dramaturgo Luis Enrique Gutiérrez Ortiz Monasterio (Legom) que su obra Que digan que estoy dormido, dirigida por Martín Acosta y presentada como una revista teatral que se desarrolla a través de nueve sketches, es una trampa. “Lo que hicimos fue tomar una serie de temas que me molestan, particularmente lo que pasa en Veracruz, aunque ocurren prácticamente en todo el país. Vamos armando numeritos alrededor de eso y tomamos como hilo conductor la impunidad; entonces hacemos un recorrido desde la corrupción de los políticos, la decadencia de las clases empresariales, la pederastia, la deuda moral que tenemos con los migrantes centroamericanos… Hacemos un gran retrato de lo que es este país con la impunidad y acaba cerrando con la responsabilidad de los ciudadanos”, dice Legom en entrevista con MILENIO.
Añade que su pieza —que tiene una temporada hasta el 4 de septiembre en el Teatro Sergio Magaña, Sor Juana Inés de la Cruz 114, colonia Santa María La Ribera, los viernes a las 20:00, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00— “es una emboscada para el público, que llega a reírse y sale trabado porque al final la premisa es: ¿dónde está la sociedad civil que permitió que los dirigentes y políticos llevaran al país hasta donde lo han llevado?”.
La obra nació en 2015 bajo la producción de Xalapa Hace Teatro, organización cultural dedicada a producir y a promover proyectos escénicos con “un sentido del humor muy hijo de la chingada, que dicen que tengo y aparece tal cual y de la manera más burda”, indica Ortiz Monasterio.
La revista teatral incluye números musicales, poesía de Ramón López Velarde y un elenco integrado por Benjamín Castro, Laura Castro, Leticia Valenzuela y Fernando de Ita. Las escenas abordan los asesinatos de Nadia Vera, Rubén Espinoza, Alejandra Negrete, Yesenia Quiroz y Mile Virginia Martin, así como el caso de los normalistas de Ayotzinapa, entre otros.
Dice Ortiz Monasterio que su obra se titula Que digan que estoy dormido porque “pareciera que esa runfla de políticos así nos agarró: dormidos, en lo nuestro, correteando el bolillo, en nuestros pequeños chanchullos, siendo permisivos, tolerantes e ingenuos. La realidad es que de todo esto no podemos solo culpar a las clases dirigentes; no las eximimos de su responsabilidad, pero la sociedad civil es igualmente responsable”. m