El libro rojo aporta una mirada al México cruento
Gerardo Villadelángel ha trabajado 18 años en esta multitudinaria antología de crónicas del crimen en el país, que se inicia en 1868 y llega hasta 1979
Cuando Gerardo Villadelángel comenzó el proyecto de El libro rojo, como una continuación del trabajo que habían desarrollado Manuel Payno y Vicente Rivapalacio, en ningún momento imaginó la manera en que habría de apropiarse de su vida, porque lo que comenzó como el esfuerzo para un volumen ya llegó a tres y existe la posibilidad de que se vuelvan cinco. “Llevo trabajando el proyecto por casi 18 años; aunque surgió como un solo volumen y se ha extendido en una colección que ha rebasado los discursos del periodismo, se ha concentrado mucho en redireccionar las formas de la crónica. Me ha interesado mucho hacer una forma de inmersión en un género tan latinoamericanista como lo es la crónica, con una interpretación que guarda ligas con discursos relacionados con la antropología o con la sociología”.
Tras la reciente publicación de El libro rojo, continuación. III 1959-1979 (FCE, 2016), en entrevista con MILENIO el investigador reconoció que el proyecto se extendió porque se trata de un reflejo de otra forma de construcción de México, de una elaboración histórica pero también social, antropológica, idiosincrática: es una visión paralela a otras de lo que es México. “Me interesaba mucho el acercamiento por este lado, porque siempre tuve fascinación por el libro de Payno y de Rivapalacio que tenía mi abuelo en su biblioteca. Ahora tuve la oportunidad de acercarme al tema a profundidad por diferentes maestros, con la intención de lograr una visión acerca del presente: discursos nuevos, terroríficos, del crimen organizado”. Es una colección que se podría ampliar un par de volúmenes más, en donde se puede hacer una interpretación más alejada de personajes y de tiempos políticos de la actualidad, porque la interpretación histórica siempre necesita de reposos temporales.
MOMENTOS SANGRIENTOS
Hacia 1870, Manuel Payno y Vicente Rivapalacio publicaron El libro rojo, una recreación de los momentos sangrientos que definieron al país desde tiempos prehispánicos. A manera de continuación, Villadelángel se dio a la tarea de recopilar el trabajo de historiadores, cronistas, narradores y artistas visuales para ofrecer una antología abreviada de crímenes ocurridos en nuestro país a partir de 1868.
“Si uno hace una lectura de El libro rojo a partir de los personajes, de las construcciones cronológicas que están ahí, podemos resolver que no hay una interpretación fácil para las nociones de violencia que estamos viviendo y que hemos vivido en México. Siempre he pensado que esos parámetros que plantea el periodismo para hacer una interpretación de la violencia deben reflexionarse un poco más y, sobre todo, deben convocar una forma de silencio que nos permita resolver las situaciones por las que se está pasando”.
Alrededor de 300 autores conforman esta suerte de antología abreviada de crímenes ocurridos en nuestro país a partir de 1868, los que vienen en los tres volúmenes, acompañados de imágenes elaboradas exprofeso para esta obra. El título más reciente abarca los años de 1959 hasta 1979. “Si bien el discurso del libro es muy cercano a todo tipo de público, sobre todo al no especializado, me interesaba mucho complejizar el discurso y la interpretación de lo que nos está ocurriendo ahora, algo que debe observarse y reflexionarse haciendo una revisión de distintas épocas, y también debe ubicarse en parámetros político-históricos, y en parámetros identitarios y sociales”, explica Villadelángel.
Al final, se trata de un listado de episodios cruentos y sangrientos: de episodios del poder sobre las sociedades, sobre grupos, que hubiesen tenido una verdadera incidencia en el imaginario colectivo de cada una de sus épocas. “Eso me llevó a hacer una lista que debía agotar, independientemente de que luego se pudiera hacer una selección de estos capítulos; así es como se ha prolongado este proyecto, al que todavía le falta un poco más por desarrollar”, en palabras del coordinador del proyecto editorial.