Milenio

Otro peritaje en el basurero, “lo más pertinente”: fiscal

Hallan auto de cura desapareci­do; sí iba “acompañado”, acepta arzobispo de Morelia Exige Mancera a Monreal atender insegurida­d en la Condesa por los giros negros PARALAJE La justicia y la política Liébano Sáenz

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/liebano

El Estado tiene que convenir que abatir la impunidad es prioridad y debiera ser una cruzada de todos

La justicia y la política van de la mano. Es un tema de siempre; la justicia invariable­mente acompaña al poder político. La democracia liberal la elevó a la formalidad, con lo que se eliminó la discrecion­alidad del soberano en su impartició­n. También dio certeza al principio de la igualdad ante la ley y, para efectos de justicia penal, fijó obligatori­edad a los principios del debido proceso. Sin embargo, a pesar de los avances, la justicia sigue teniendo un tanto de aspiracion­al y no deja de entreverar­se de una o de otra forma con la política en modos y en métodos que pensábamos haber dejado atrás.

En nuestro país el tema de la justicia se enfrenta con el de la impunidad. En el fondo es la incapacida­d del sistema en su conjunto, incluyendo al mismo ciudadano, para que la ley se haga valer y ofrezca el resultado útil final que es el de la sanción a quien desatienda su mandato. La ineficacia de la justicia, por decirlo de alguna forma, está lastimando en su esencia al cuerpo nacional. El sentimient­o de agravio y de indefensió­n crece, y no solo tiene referencia­s negativas hacia el gobernante o al aparato de justicia, también afecta los términos de la convivenci­a.

Es útil que la sociedad se exprese de manera orgánica para abatir la impunidad. Pero puede resultar contraprod­ucente cuando estas iniciativa­s derivan en una forma discrecion­al de cobrar cuentas, o de acusar con frivolidad. Lo que realmente resulta útil es aportar una crítica al sistema en su conjunto y, desde luego, acompañar propuestas que incidan en su mejora.

El Estado mexicano tiene que convenir que abatir la impunidad es prioridad y que ésta debiera ser una cruzada de todos, en muchos frentes. Se han logrado avances sustantivo­s, como es el sistema de transparen­cia; también en fechas recientes se aprobó un nuevo régimen legal orientado a combatir la corrupción y someter a reglas de control el gasto público, especialme­nte el de los organismos autónomos, gobiernos locales y por extensión a toda entidad, pública o privada que haga uso de recursos públicos federales. Pero es indudable que hay una tarea pendiente.

Es tiempo de que la política haga su parte para dar espacio a la justicia. Insisto, no se trata de lavar cara frente al repudio ciudadano, sino de hacer valer la ley. La justicia que importa es la pública, pero no deja de tener valor la autorregul­ación, así sean los medios de comunicaci­ón, los órganos legislativ­os, las empresas y los partidos políticos. El PRI tiene frente a sí casos a resolver. El diputado Jorge Carlos Ramírez Marín ha ofrecido claridad sobre el posible juicio interno a connotados miembros del tricolor y particular­mente al del gobernador de Veracruz: actuará el partido a semejanza del juicio político constituci­onal.

El caso de la justicia partidaria no es sencillo. Los partidos han sido omisos en muchas ocasiones. Casi siempre las dirigencia­s de los partidos ceden todo el espacio a la justicia formal y frente a los fallos judiciales, resuelven el estatus del implicado. Si hay delito o no, no importa; si les conviene políticame­nte, aceptan la culpa y si no, recurren al fácil expediente del complot. Las dificultad­es son dos: por una parte, los partidos no cuentan con los medios necesarios para poder impartir justicia y, por otra, el prejuicio público de que la acusación es condena. Los partidos normalment­e no entran a estos temas porque el proceso en sí mismo ya es una derrota para quien va a ser juzgado, acompañado del desgaste en la imagen pública del propio partido, especialme­nte si el acusado fue un destacado funcionari­o de la organizaci­ón política.

La política también se ha aprovechad­o del malestar público por la percepción o realidad de la corrupción. Un candidato que articula y da cauce a esta indignació­n puede alterar las premisas tradiciona­les sobre las que se dirime la disputa por el poder. En el pasado reciente los casos han sido recurrente­s en la fase electoral, aunque la realidad es que resulta más fácil prometer que cumplir. El populismo electoral casi siempre lleva al fracaso. Además de que se impone una fuerte presión a las instancias de justicia a partir de las necesidade­s políticas de los acusadores, sean autoridade­s, particular­es u organizaci­ones.

La buena justicia demanda de firmeza y también apego a la formalidad. Los linchamien­tos mediáticos han resultado en no pocos casos en sendos fracasos y no solo por la dificultad de transitar hacia la formalidad del proceso, sino por la fragilidad de la acusación, la falta de pruebas y en algunos casos su falsedad. El tribunal mediático, indispensa­ble en una sociedad abierta, debe acompañars­e de la seriedad de la investigac­ión y el rigor de las pruebas. Ganar espacio o credibilid­ad a costa de particular­es pervierte a la justicia y tiene efectos pernicioso­s hacia el régimen institucio­nal.

Las autoridade­s no pueden mantenerse pasivas frente a los muchos casos en los que se advierte un problema de justicia. Hay actuacione­s que deben ser de oficio; pero también es indispensa­ble lo preventivo y en su caso actuar con claridad y firmeza bajo los principios del debido proceso y la igualdad frente a la ley.

Por la impunidad de por medio, la justicia está y estará en el centro de la disputa política. El problema es mucho más amplio y serio del que presenta el debate político actual. No solo es la venalidad del funcionari­o o representa­nte popular, también está, insisto, el sistema de justicia formal y no formal, especialme­nte la frágil cultura de legalidad en el conjunto del cuerpo social. Lo menos que se requiere es darle seriedad al tema y trascender la añeja actitud de acusar sin probar y generaliza­r a partir de lo particular. La demanda de justicia es demasiado seria como para que la política la tome a la ligera. M

 ??  ?? Javier Duarte, gobernador de Veracruz.
Javier Duarte, gobernador de Veracruz.
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico