Prevenir la crisis
Incapacidad grupal e imposibilidad objetiva —van de la mano. Incapacidad grupal: durante 16 años México descuidó el sostenimiento de redes previas y de contactos personales con mecanismos decisorios medios y de alto nivel en Estados Unidos cuya estabilidad y continuidad de enfoques subestimaron los mexicanos en función de los cambios de administración, aquí y allá. Esa incapacidad grupal de signos partidarios distintos se ha traducido en imposibilidad objetiva de contar con canales de información y autoridad necesarios para tener alguna influencia en los decididores políticos e informativos de Estados Unidos. A estas alturas, con toda razón, el presidente Peña se queja de la insuficiente información del candidato Donald Trump respecto de la situación mexicana. Literalmente es hablar con un muro. En el caso de Hillary Clinton es intentar modificar un enfoque si no anacrónico al menos parcial respecto de la relación con México: migración indocumentada, seguridad binacional, alcances y límites de libre comercio.
Actualmente, en el peor escenario, ganaría Donald Trump. Nótese la utilización de la palabra peor, que es el superlativo de lo malo, esto es, que gane Hillary Clinton.
El problema de México con el triunfo de Donald Trump comienza no en enero de 2017 sino al día siguiente de la elección de este noviembre. Por sobreestimación de las consignas de campaña del republicano o por intereses económicos de diversos tipos, tanto de orden cambiario como por costos de coberturas financieras y productivas. El 9 de noviembre sería inercialmente previsible una devaluación mayor, incluso más elevada de lo que algunos pesimistas han calculado con un inevitable disparo inflacionario en un mercado cuyo alto nivel de apertura paradójicamente se diseñó, con bastante éxito, para controlar la inflación. Adicionalmente, el grado de inversión de México en las grandes calificadoras tendría una baja que repercutiría de manera directa en el precio de los papeles mexicanos de deuda, que a su vez reforzaría la especulación cambiaria y la aversión al riesgo de los inversionistas extranjeros y nacionales en México.
Para que lo anterior no sucediera, debería haber una intervención decisiva del gobierno a nivel discursivo que transformara al sistema político mexicano de un sistema fragmentado de partidos a un Estado nacional con una política exterior consensuada. Para eso se requiere autoridad moral, saber historia y tener proyecto. Ni para dónde hacerse en los tres casos. Se necesitaría también la creación de incentivos y alicientes en áreas administrativas como Hacienda y Economía. Puede haber aptitud; difícilmente habrá tiempo para una pedagogía de prevención de la crisis más que de administración de la crisis.
En 1994 México tuvo elecciones presidenciales, un levantamiento armado, renuncias a lo largo y ancho del gabinete, dos magnicidios, un presidente electo incómodo para el presidente en funciones. No hubo crisis. El colapso sobrevino con un error y una imprevisión de política económica y cambiaria. Hacia 2017, ¿esto le dice algo al Ejecutivo Federal? M
Actualmente, en el peor escenario, ganaría Donald Trump. Nótese la utilización de la palabra peor, que es el superlativo de malo