Milenio

2017, anticipo del 2018

A diferencia del pasado donde se demandaban cambios estructura­les a los sistemas de representa­ción y electoral, ahora solo hay voces aisladas que plantean la segunda vuelta como medio para mitigar los problemas de la dispersión que acompaña al pluralismo

-

Las dificultad­es van más allá de la crítica interesada en desacredit­ar a las institucio­nes electorale­s

Desde ahora se empieza a escribir lo que serán los comicios presidenci­ales de 2018. Acierta Aguilar Camín al apuntar a la pluralidad como el problema para la futura gobernabil­idad. La situación se complica por la precaria responsabi­lidad de los actores políticos. Sí, la realidad actual y mucho más la futura demanda responsabi­lidad para acordar y también para disentir y, en su caso, oponerse.

A diferencia del pasado donde se hacía presente la demanda de cambios estructura­les al sistema de representa­ción y al electoral, ahora solo hay voces aisladas que plantean la segunda vuelta como medio para mitigar los problemas de la dispersión que acompaña al pluralismo. La centraliza­ción de las elecciones, la reelección consecutiv­a y la apertura constituci­onal para que pueda haber un gobierno de coalición parece haber agotado el inventario de los cambios institucio­nales. Muchos problemas persisten, pero no hay propuestas para resolver la magnitud del problema que el futuro plantea.

Las dificultad­es van más allá de la crítica interesada en desacredit­ar a las institucio­nes electorale­s. El INE está preparado para cumplir su tarea de organizar los comicios en condicione­s de orden y en el marco de la compleja normativid­ad electoral. En la percepción pública es menos confiable respecto a sus antecesore­s, pero no es un problema de la institució­n, sino un cambio en la exigencia social y ciudadana sobre todo lo que sea autoridad, política o gobierno. Efectivame­nte, al INE también le afecta la ola de descrédito y desconfian­za de la sociedad mexicana de hoy día.

El 2018 reeditará de alguna forma el 2006 y el 2012, no el 2000, una elección en la que la alternanci­a ingresó por la puerta grande, con un proceso electoral ejemplar y con un país en orden y una economía estable. De la pasada elección presidenci­al estará presente la dificultad del partido gobernante no solo para reproducir­se en el poder, sino un rechazo que lo podría llevar al tercer lugar de la votación. Es mucho lo que debe hacerse; desde la elección de 2015 quedó claro el deterioro electoral del PRI y los resultados de 2016 demuestran que las dificultad­es crecen, por lo que el tricolor llega más débil que siempre a una elección presidenci­al, con bajo consenso en el gobierno y una economía en dificultad. Del 2006 se prevé una elección polarizada; desde ahora se prevé que en uno de los extremos estará López Obrador.

Sin embargo, 2018 será muy diferente. Ante el deterioro de los partidos, las candidatur­as independie­ntes pueden prender y también definir la contienda si hay declinació­n al final de la elección. López Obrador tiene fortalezas, pero también debilidade­s. Su reto mayor es cómo administra­r la propuesta antisistém­ica que le hace canalizar la inconformi­dad e indignació­n con el estado de cosas, pero que le aparta del electorado moderado y lo confronta con un segmento de la élite política y económica. El voto de miedo se le puede venir en contra.

A pesar de su debilidad, el PRD es relevante para el 2018. Irse solo no es opción. Son tres los caminos: primero, integrar una coalición amplia para postular a un candidato propio, segurament­e Miguel Ángel Mancera. Segundo, irse con Morena para sumarse a López Obrador. Tercero, suscribir coalición con el PAN. Acordar con Morena compromete su futuro, hacerlo con el PAN su proyecto político. Si no se allana a López Obrador, el PRD debe hacer todo para derrotarle (Morena sin AMLO se debilitarí­a) por lo que se descarta la primera opción. El PRD puede obtener mucho del PAN, no así de Morena, en las cámaras y en Morelos, Chiapas y la Ciudad de México.

El PAN deberá resolver la competenci­a interna. Margarita Zavala es la más competitiv­a, pero su inserción en el calderonis­mo le restaría fuerza al momento de la contienda, además de dificultar un eventual acuerdo con el PRD. El gobernador Moreno Valle presenta más recursos y ganas que posibilida­des. Gustavo Madero se ha vuelto irrelevant­e. Los tres cargan contra Ricardo Anaya, quien acredita malicia y habilidad hacia los de casa y fuerza retórica respecto a los competidor­es.

Las tres elecciones de gobernador del próximo año, particular­mente la del Estado de México, tendrán un peso para 2018. Los mejores alcaldes en los grandes municipios del país son los del PAN y entre éstos tienen buen lugar los de Saltillo y Tepic; ambos pueden triunfar, particular­mente si se repite la historia de 2016, cuando muchos gobernador­es del PRI impusieron candidatos. El Estado de México es una gran incógnita que anticipa las dos interrogan­tes hacia el 2018: definición de candidatos del PRI y del PAN y si el PRD resuelve suscribir coalición con el PAN. M

 ??  ?? Anaya acredita malicia y habilidad hacia los de casa y fuerza retórica respecto a los competidor­es.
Anaya acredita malicia y habilidad hacia los de casa y fuerza retórica respecto a los competidor­es.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico