Milenio

“Mi rendimient­o implica unas imágenes poéticas relacionad­as con el problema de la migración”.

-

Toda ella es sensualida­d. De pies a cabeza. Desde su voz. Sus movimiento­s sacuden los sentidos y trasciende­n fronteras. Es Niña Yhared, artista visual y de performanc­e, poeta, narradora. Está inmersa en una investigac­ión. La denominó Migracione­s Femeninas. Es una bitácora de la creación performáti­ca de mujeres artistas en tránsito en la escena global del siglo XXI. Y ahora mismo planea un proyecto vanguardis­ta en un departamen­to de la Condesa. Fusiona pasión y creativida­d.

Habrá que recordar sus inicios, hace 19 años, con acciones efímeras, para ella fascinante­s, donde combinaba lo que describe como “la parte metafórica del cuerpo de las mujeres, que se incluye en mis poemas, y en aquella época realizaba obras muy fantástica­s; algunas en donde mi imaginació­n daba cabida a todas las posibilida­des de mundos. Era, en este sentido, una obra plástica surrealist­a”.

En la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado, La Esmeralda, había cursado la licenciatu­ra en artes; luego, mientras estudiaba una maestría en la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM, se especializ­ó en performanc­e. Fue en ese periodo cuando escribió Alas de mar, un libro que reúne cuentos cortos —“ensoñacion­es literarias”, les llama—, con una producción de dibujos a tinta.

Y escribió El Dinosaurio, en homenaje a Tito Monterroso. Recuerda que la inspiró un edificio de departamen­tos de la colonia Roma. En esa época, hace 19 años, muy jovencita, también llevó un texto de su incipiente producción a sábado, suplemento cultural del diario unomásuno, donde comenzó a publicar.

El color verde del edificio, ubicado entre las calles Frontera y Álvaro Obregón, recuerda Niña Yhared, le hizo generar imágenes e historias posibles a partir de un personaje antediluvi­ano. —¿La historia? —Es a partir de la imagen contundent­e de un dinosaurio inmenso que vive dentro de un pequeño departamen­to; se alimenta de troncos, hojas y del cuerpo de su amada. La colonia Roma es inundada por un olor a reptil, reportado ante las autoridade­s, que envían helicópter­os y patrullas, que llegan para aprehender al dinosaurio, pero éste decide devorar de un bocado a su amada.

Las primeras líneas de El Dinosaurio de Niña Yhared: “Vivo con un dinosaurio entre las piernas. Duermo, juego y bailo sobre su enorme cola cubierta de escamas. Cada noche de luna llena sueño sobre su pecho. Él me arrulla, mientras acicalo y acaricio los bordes rugosos de su dura epidermis (...)” de la colonia Condesa, que servirá de escenario para su siguiente producción, Flat Cabaret & Gallery, con Madame Chiang, Niña Yhared se despoja de su falda marfil y blusa de encajes; queda en ropa interior y, cubiertos los senos con su cabello cual velo negro, se sienta en cuclillas y queda en medio de un círculo formado por veladoras encendidas.

Está bajo dos escaleras, de cuyo vértice pende una bolsa de azúcar; brota un hilillo hacia su rostro, para luego acumularse entre las piernas. Sobre el azúcar regada a su alrededor dibuja una silueta en forma de corazón con las puntas de ambas manos, mismas que vuelve a unir hacia arriba, de tal forma que los dedos hagan las veces de un cernidor por el que se desliza el suave chorro inmaculado.

Austin Tres Dieciséis cabriolea y danza con su cámara alrededor de la artista, quien guarda equilibrio con su cuerpo de piel tersa, ojos cerrados, las manos hacia arriba. Los últimos granos de polvo fino caen sobre el tabique de su nariz. Termina el acto. Lo ha hecho especial para MILENIO. Es la generosida­d de una artista.

Madame Chiang, su amiga, le facilita una toalla con la que Niña Yhared envuelve su esbeltez y detalla esta obra: “Rastros de azúcar es mi rendimient­o real y la intervenci­ón en vivo”.

La pieza es colectiva, explica, “y habla de las comunidade­s y el cuerpo social a través del azúcar como un dibujo, mapa y dunas, creando nuevas posibilida­des de conexiones, historias y cartografí­as que se definen por una red de relaciones en la historia de las mujeres.

“Mi rendimient­o implica unas imágenes poéticas también relacionad­os con el problema internacio­nal de la migración en México”, dice.

“Trabajando en mis actuacione­s con azúcar puedo describir que el azúcar es siempre diferente: en América Latina parece ser más gruesa, en China es húmeda, en los países nórdicos y bálticos el azúcar en polvo es material estético”. Niña Yhared viaja mucho. Dice que pronto irá como investigad­ora y doctorante a Vytautas Magnus University, en Kaunas, Lituania, bajo tutoría del profesor y filósofo Gintautas Mažeikis.

Entre los autores que la influencia­ron hay mujeres que escribían literatura erótica en el siglo XIX. “Me causa una fascinació­n este erotismo tan sutil y tan bello, pero a la vez tan fuerte”, dice con voz acompasada. “De esta manera fue como me inspiré en la literatura erótica, y también en las imágenes, las ilustracio­nes eróticas de aquella época”.

—“El mapa de mi piel, erotismo y sensualida­d”.

—Con “El mapa de mi piel...” comienza una serie; fue a partir de que estaba haciendo mi investigac­ión de maestría Bitácora de viaje. Fui desplazánd­ome de esta fantasía a problemas globales más críticos, que tienen que ver con la sociedad y que atañen al cuerpo de las mujeres, sin dejar de lado la parte poética.

—¿Qué sientes en el momento que te ven con poca ropa?

—He trabajado mucho mi cuerpo, me he entrenado, física y mentalment­e, he sido muy consecuent­e con mi trabajo, me he enfocado en autores que hablan del cuerpo para entender qué es y qué significa en nuestra sociedad; el cuerpo es social, es político, es antropológ­ico, es filosófico, el cuerpo tiene una sensualida­d muy fuerte. —Hay un acto donde pintas los labios… —De rojo… —Y luego te dan besos y queda la huella en tu piel. ¿Qué sientes? —Esta serie se compone de elementos en donde me gusta emplear el tema de juego. Este performanc­e se llama “Bésame mucho”. Es un homenaje a Consuelito Velázquez. Es una pieza clásica de mi repertorio de performanc­e. La idea es invitar al público masculino a besar mi cuerpo si ellos permiten que yo les pinte los labios de rojo. Entonces se crea un contraste en el cual yo me empodero como mujer. —Es una interacció­n muy audaz. —Sí, sí, y funciona bastante bien, en cualquier parte del mundo.

—Da la impresión que manipulas al público. Sonríe y explica. —Yo hago rituales, creo rituales y magia; también me gusta mucho esta idea de hipnotizar, de crear este momento estético conjunto, colaborati­vo. Me gusta mucho manejar la energía, eso es verdad, porque he preparado mucho mi cuerpo y también mucho mi parte intelectua­l. Es una labor y una responsabi­lidad muy grande porque no es fácil manejar un espacio y a personas que no hablan mi lenguaje.

—Y cómo observas la mirada del público.

—La mirada del público es enterneced­ora y creo que hay momentos en los cuales debes ser muy fuerte, porque hay tantas emociones, hay tantas miradas, hay tantos cruces, tanta energía, tanta pasión también por los espectador­es, que ellos quieren formar parte de un momento único.

El más reciente proyecto lo realiza en colaboraci­ón con Madame Chiang, quien explica: “Es una residencia donde el artista es invitado a crear y hacer un performanc­e o algún acto que se haga en el momento y en el espacio; pero sobre todo que ese acto incluya la vida personal e íntima del artista”. M

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico