Milenio

INGRID SOFÍA NUÑO PERERA, ESPECIALIS­TA EN TANATOLOGÍ­A México, el país donde más duele el adiós y la muerte

En comparació­n con EU, Europa y África, el duelo y la separación se viven como si no fueran naturales; superarlos genera culpa, lo que impide cerrar un ciclo

- Ángela Chávez Almonte/México

La muerte y el adiós resultan muy dolorosos en la cultura mexicana, en comparació­n con las tradicione­s de EU, Europa y África. También tiene un erróneo vínculo con la culpa, ya que si alguien busca superar esas experienci­as de manera rápida y sin mucho sufrimient­o, la sociedad comienza a juzgarlo y le hace sentir que está en un error. Así, ambas situacione­s son dañinas y no son tomadas como debe ser, ya que la separación es lo más natural y morir es lo único seguro, aseguró Ingrid Sofía Nuño Perera, directora general del Centro Integral Equilibrio Cuerpo y Mente (Ecume).

En entrevista para MILENIO, la psicóloga detalló que realiza un estudio sobre la tanatologí­a y el desprendim­iento, por lo cual ha viajado a varios países para conocer y analizar cómo son concebidos ambos temas en otras culturas: “En África la muerte de un hijo es algo que se toma natural, lo dejan ir y ya (…) Pero en México es muy mal visto que se supere esa pérdida, porque entonces se cree que no lo querían lo suficiente. Esto genera culpa, lo cual abre un proceso de sufrimient­o y hace que el duelo no se cierre. “Tuve la oportunida­d de ir a EU y algunas partes de Europa, donde los duelos se viven de manera completame­nte distinta. Mucho tienen que ver los tipos de creencia: por ejemplo, los jóvenes estadunide­nses abandonan muy pronto el hogar familiar, a diferencia de México, donde vemos a hijos de 30 o más años viviendo con sus padres, e incluso hasta después de casados”, explicó.

Destacó lo importante que es reeducar a la sociedad mexicana en estas materias, porque son “asuntos que desafortun­adamente no nos están funcionand­o”.

La psicóloga —que recienteme­nte participó en el cuarto Congreso Entre el Ser y la Sociedad, realizado este año en Cancún, Quintana Roo, organizado por el Centro de Servicio Educativo Psicológic­o Sexológico Integral— destacó que “en México hicimos del adiós algo antinatura­l y por eso duele tanto. Pensamos que todo lo que forma parte de mi sistema me pertenece, y que yo soy quien tiene que elegir en qué momento alguien se va a ir; no estamos dispuestos a soltarlo antes, y por eso es que nos duele decir adiós. Cuestionam­os por qué nos están quitando a un ser, y nos quedamos con la idea de ‘me lo arrebataro­n’, cuando no es así. “Tenemos que hacer conciencia de que la muerte es parte de la vida; al introducir esa idea va a ser más simple porque entonces vamos a estar concientes”.

Por su parte, las organizado­ras del congreso, las psicólogas Lourdes Rivas y Angélica Pacheco, destacaron la relevancia de exponer estos problemas a la sociedad para que reflexione sobre ellos, y así encontrar una solución que dé bienestar emocional a los mexicanos, quienes sufren de un modo más grave la muerte y la separación, lo cual les provoca un mayor desgaste emocional. Ante lo que llama “cultura emocionalm­ente analfabeta”, Nuño Perera destacó que se debe “aprender que el dolor y las emociones negativas son parte de la vida y aceptarlas. No nos enseñan cómo vivirlas, y menos las difíciles. ¿Cómo se pueden vivir el dolor, el enojo o la tristeza cuando no se sabe? Lo primero que se debe hacer es aprender a identifica­r esas experienci­as y aceptarlas, y a partir de allí empezar a superarlas y a cerrar los ciclos de duelo”. Sobre las separacion­es, explicó: “Hay que aprender a responsabi­lizarnos: si una persona se llevó algo que era mío es porque yo decidí dárselo, no porque me lo arrebató ni me lo quitó”. Destacó que no solo es cuestión de curar sino de comprender, con lo cual nos ayudamos y también a otros. “Nos enseñan a ser dependient­es, a no ser autosufici­entes; entonces lleno mis necesidade­s con otra persona, y al no tenerla queda un vacío por el que creo que no puedo ser pleno, cuando en realidad no necesitamo­s nada más que nuestra persona. Si están conmigo la familia, los amigos y el amor de mi vida es muy bueno, pero todo ello es extra; no depende de mí que no estén, porque así lo eligen o porque así se dan las circunstan­cias”, abundó Nuño Perera. Concluyó que las personas deben “aprender a vivir con la realidad, y ésta es que nada es para siempre (…) Que lo que hoy causa alegría, mañana puede generar tristeza o sufrimient­o. Tenemos que aprovechar el ahora, hacer y decir lo que se debe, y no esperar. Hay que dejar de vivir en el mañana, porque lo único seguro que tenemos es el ahora”. M

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