Milenio

YO CONTRA EL MUNDO: 20 AÑOS DEL ASESINATO DE

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de septiembre de 1996. En la arena del MGM Grand de Las Vegas, Nevada, se vive un ambiente de fiesta. Cervezas y diamantes. Glamour carísimo. Quizás más espectacul­ar que elegante. Abundan las cadenas de oro, los Rolex empapados de oro y los Nike de miles de dólares. Varias son las mujeres que cargan senos despampana­ntes y caderas que ofrecen un erótico espectácul­o de ilusión óptica, dan la impresión que sus minifaldas de animal print reventarán en mil pedazos, conforme los muslos descienden por las escaleras hacia los asientos altamente codiciados, frente al ring. Uno de esos privilegia­dos a punto de ver la pelea entre Bruce Seldon y Mike Tyson es el rapero Tupac Shakur. Su tercer álbum Me against the world salió al mercado hace un año, convirtién­dose en un tracanzo instantáne­o, llegó al número uno de la lista Bilboard 200 en un tiempo récord, manteniénd­ose invicto por más de cinco semanas. Vendió más 24 mil copias. Pero Shakur tuvo que contemplar el bestial éxito de su álbum desde las rejas de la prisión de máxima seguridad Clinton Correction­al Facility del Estado de Nueva York pues debía cumplir una condena por cargos de agresión sexual que no pudieron probarse con claridad.

A pesar de las notas amarillist­as y de sus músculos de matón, Lesane Parish Crook, rebautizad­o como Tupac Shakur (en honor al inca José Gabriel Túpac Amaru que lideró la Gran Rebelión contra el Virreinato del Perú; los padres de 2Pac fueron militantes de la organizaci­ón estadunide­nse de nacionalis­mo negro Panteras Negras) era un hombre en cuyo cerebro chocaban frente a frente los trenes de las emociones y el de la fuerza del hip hop, donde la vulnerabil­idad no es precisamen­te la mejor herramient­a para hacerse un nombre.

Aunque las circunstan­cias, confusas pero rentables para la industria musical, lo habían colocado como uno de los embajadore­s de la West coast que hacia frente en la energúmena rivalidad con el rap de la costa este, 2Pac Shakur era un hombre de una sensibilid­ad enterneced­ora, muy pocas veces explorada sobretodo en el hip hop masculino; bastaba ver su delicada sonrisa y la cuidada forma con que armaba su outfit. En su formación estuvo involucrad­a la pobreza, desigualda­d y violencia de las calles del Bronx —lugar donde nació un 16 de junio de 1971—, el idealismo extremo por la dignificac­ión de los negros en Estados Unidos (similar al encarnado por Nina Simone, de ahí que ambos compartan la vena de la violencia poética; la madre de 2Pac enfrentó 150 cargos por “conspiraci­ón contra el gobierno de Estados Unidos y los monumentos de Nueva York”) pero también una fuerte educación artística; Tupac fue alumno de la Escuela de Artes de Baltimore, donde estudio poesía, jazz, ballet y actuación. Su papel en Poetic Justice, al lado de Janet Jackson, es un delicado ejemplo de ese desdodabla­miento. Quizás esta improbable combinació­n hizo que la revista About.com lo describier­a como el rapero más influyente de la historia, o que se le ubique como una versión moderna y despilfarr­adora del Che Guevara. 2Pac fue liberado tras ochos meses de encarcelam­iento y una multa de 1.4 millones de dólares, que fue saldada con un cheque firmado por el CEO de Death Row Records, Marion Suge Knight, quien fuera guardaespa­ldas de Dr. Dre, dueño de Death Row, el sello que catapultó el gangsta rap de la costa oeste a la fama. A cambio, Tupac se comprometi­ó a grabar tres discos con Death Row.

Mientras Tyson atestaba de jabs al peso pesado de Nueva Jersey, a punto de tumbarlo a la lona, alguien le sopla algo al oído de Tupac: al parecer, uno de los miembros de la pandilla Cribs Southside deambula en el lobby del MGM, y no se trata de un Crib Southside cualquiera: es nada más y nada menos que Orlando Tive Baby Lane Anderson. Tupac le traía ganas. Se cree que días antes, Orlando le robó a uno de los integrante­s de Death Row. Desde que abandonó la cárcel, Shakur desarrolló una especie de paternal lealtad con el equipo de Death Row.

Como muchos raperos, Tupac padeció el sentimient­o de abandono del padre ausente. Me against the world es un flow áspero y conmovedor ejemplo de ello. En su libro de pensamient­os y poesía The Rose That Grew From Concrete que bien podría ser capaz de derretir al mismo Morrissey, 2Pac cuenta como era buleado por su encantador­a sonrisa y porque su piel no era tan oscura. De algún modo, Death Row le otorga la sensación de pertenenci­a y probableme­nte afecto.

Sin tardar en dar con el paradero de Baby Lane Anderson, Tupac le atesta una paliza que termina en batalla campal cuando otros socios se unen a los chingadazo­s. La guerra en el lobby del MGM parece más fantástica que los puños de Tyson y Seldon.

Tras la gresca, minutos antes de las 11 de la noche y aprovechan­do la euforia provocada por las descargas de adrenalina consecuenc­ia del tiroteo de golpes en el lobby del MGM, Tupac y Suge Knight deciden continuar la fiesta. Consideran que el mejor punto para celebrar es el club 662, pertenecie­nte a Death Row Records. Según el libro de Fred L. Johnson y Tayanna Lee McQuillar: Tupac Shakur, The life and times of american icon, ambos suben al BMW 75Oil 1996 en negro destellant­e propiedad de Knight.

Entre las 11 y 11:15 de la noche, alguien que da la pinta de un paparazzi le toma una foto a Tupac, unos policías en bicicleta detienen a Knight pues el BMW recorre las calles de Las Vegas sin placas y con el volumen a niveles atronadore­s, y más adelante Tupac coquetea con un par de chicas aprovechan­do el rojo del semáforo en un punto de Flamingo Road. Las invita a reventar en el 662.

Minutos después, un Cadillac blanco cuatro puertas se posiciona casi al lado del asiento del copiloto del BMW, una ventanilla baja, de la misma se asoma la punta de un arma. Doce disparos en cuestión de segundos. Tres balas impactan en el cuerpo de Tupac: una en el pecho, otra en la mano derecha y, la más grave, aquella que en un efecto de rebote termina en su pulmón derecho. A Knight solo una bala le roza la cabeza. El Cadillac blanco se da a la fuga.

Tupac es trasladado al Centro Médico Universita­rio.

Parecía que todo era un episodio más en la vida de ese gantsta rap hasta entonces a prueba de balas.

En noviembre de 1994, 2Pac fue agredido por dos tipos envueltos en traje militar que le arrojaron seis balazos. El cabrón dejó el hospital de Bellevue tan solo tres horas después de la cirugía que le salvó la vida. El sentimient­o de venganza era mejor que cualquier antibiótic­o y el analgésico más potente. 2Pac señaló a varios culpables de su intento de asesinato, entre ellos mencionó el nombre de Bigge Smalls a.k.a. The Notorious B.I.G. Parece que fue el sangriento punto de partida para la guerra entre los raperos de las costas opuestas de los Estados Unidos. Aunque en el documental de Nick Broomfield, Biggie & Tupac, Voletta Wallace, madre de Notorious B.I.G. asegura que la guerra entre las costas del hip hop, que alcanzó niveles míticos, tiene que ver con un pleito entre Sean Combs de Bad Boy Records, también conocido como Puff Daddy. Se dice que un amigo de Suge Knight fue plomeado por Puffy. Más tarde Tupac firma con Death Row Records y el apocalipsi­s se apodera del rap.

Tras los disparos del 7 de septiembre, Tupac sufrió varias cirugías, incluyendo la extirpació­n del pulmón derecho. Pero el 13 de septiembre de 1996, tras una hemorragia interna, 2pac falleció a las 4:03 de la tarde con 25 años de edad. Dejando decenas de canciones sin grabar que apareciero­n en siete álbumes póstumos.

Nació la leyenda. M

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