Milenio

FELIZ REGRESO

EN LA PRESENTACI­ÓN DE RICARDO LA VOLPE COMO ENTRENADOR DEL AMÉRICA, LAS ÁGUILAS FUERON UN VENDAVAL EN LOS PRIMEROS MINUTOS, LUEGO SUFRIERON, PERO AL FINAL LE GANARON A PUMAS

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Ricardo La Volpe no pudo tener mejor escenario para debutar, el entrenador argentino se estrenó en el banquillo de América, pasó momentos de apuro, pero el botín fue completo. Derrotó a Pumas 2-1. Ganar un clásico no es cualquier cosa, eso puede ayudar para consolidar su idea y que las Águolas tomen confianza. Se notó la mano del argentino, pero hace falta más, era obvio que en dos entrenamie­ntos no iba a poder hacer magia, pero se le vio más sangre al equipo.

América tuvo un inicio trepidante, con intencione­s bien claras, Ricardo La Volpe montó un equipo en el que le dio prioridad a los mediocampi­stas.

Y en los primeros minutos, el equipo azulcrema se enganchó al partido mejor que Universida­d, aprovechó dos descuidos de la zaga felina y empezó a inclinar el partido hacia el camino que pretendía. En una pelota parada América hizo daño, Sambueza puso el balón en el área, Oribe se anticipó a su Darío Verón y cabeceó, Palacios no pudo más que alcanzar a manotear el balón, pero lo dejó vivo y Pablo Aguilar solo tuvo que empujar el balón.

Con la ventaja se esperaba una reacción de Pumas, pero el equipo de Palencia no espabiló, América sacó ventaja de su momento anímico y dos minutos después aprovechó el aletargami­ento de los universita­rios, de un saque de banda nació una jugada vertiginos­a, Oribe dio para Romero y el Chino se asoció con William que sacó un tiro raso, lejos del alcance de Palacios.

En cuatro minutos las Águilas tenían contra la lona a Universida­d. Fue entonces cuando afloró el orgullo de los universita­rios, que empezaron a mostrar buen futbol. Empezó a convencers­e Universida­d, que se negó a doblar la rodilla, probó con tiros de media distancia, pero le faltó un poco de fortuna o alguien que llegara en el momento en que Muñoz escupió un tiro de Cortés. Y el más peligroso fue otro de Escamilla que el propio arquero rechazó con un buen manotazo.

América retrocedía y esperaba en campo propio, cedía la salida de los universita­rios, pero le cerraba cualquier circuito, Abraham González y Javier Cortés buscaban asociarse, pero no hallaban compañero para generar peligro. Y cuando las Águilas tomaban le pelota, volvían a provocar esa sensación de miedo en la retaguardi­a, Sambueza acarició el tercero, pero un desvío le impidió aumentar la ventaja.

El partido iba de un lado a otro, porque si bien América no tenía tanto balón, cuando estaba en su poder iba al frente, buscaba hacerlo con asociacion­es rápidas, pero era ahí donde le faltaba buen toque en el acompañami­ento. Insistía Universida­d, pero no lograba abrir la defensa americanis­ta, Gallardo pesaba poco en la izquierda, era la banda derecha donde apretaba más el conjunto universita­rio que tenía más tiempo la bola, pero no lograba generar ocasiones, porque Britos debía librar una batalla muy dura contra Pablo Aguilar y Paolo Goltz.

El primer tiempo acaba y América se llevaba una extraordin­aria renta, pero Universida­d apretó, quería el gol que le metiera de lleno en el juego, entonces vino un tiro de esquina cobrado por Gallardo, Britos se levantó y superó en el brinco a Paul Aguilar, su cabezazo superó a Muñoz y le devolvía la vida a la causa felina.

El complement­ó lo arrancó Pumas con la misma vehemencia, Palencia sacó a Escamilla y le dio ingreso a Fidel Martínez, era el momento para atacar y no guardarse nada. América debía mostrar más temple en defensa, porque Universida­d rozó el empate en dos ocasiones, pero le seguía faltando esa pizca de fortuna al cuadro auriazul.

Consciente de que Pumas se mataría por el empate, La Volpe puso más músculo en medio campo con la entrada de Güémez, el entrenador argentino dejaba la línea de 4 con la que arrancó y pasaba a jugar con la de 5 que tanto le gusta, con Guerrero incrustánd­ose como central. Luego le dio ingreso a Arroyo para darle más vértigo a su equipo.

El partido era pura tensión de un lado y del otro, Sambueza se perdió el tercero en una falla enorme de Palacios, que le regaló el balón, pero el mediocampi­sta de las Águilas no supo que hacer, respiró Palencia y se lamentó La Volpe.

El corazón estaba caliente, era juego a una pelota, al que tuviera la frialdad para saber cuajar una jugada, Pumas iba con las pulsacione­s a mil, América se había parapetado bien en defensa y seguía tapando todos los intentos de los universita­rios que seguían sin tino en el último toque.

Jugaron su estrategia cada entrenador, Palencia fue valiente y mandó todo al frente. La Volpe reforzó la defensa con Bruno Valdez, este triunfo no se le podía ir de las manos, tenía una valía crucial, eran más que tres puntos, era un golpe anímico y también futbolísti­co. Se llevó la victoria América, porque supo resistir, irá mejorando y el miércoles en la Copa puede tomar otro golpe anímico.

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Pablo Aguilar
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Francisco Palencia

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