Milenio

BAMBI

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Hace unos días pasó a mejor vida, a los cien años de edad, el hombre que dibujó, cuadro por cuadro, la película Bambi. Esta película, además de producir una sólida tristeza en quien la ve, lo hace en una edad, la niñez, en la que estos dramas quedan grabados para siempre. A saber cuántos fracasos amorosos, cuántos casos de alcoholism­o, cuántos matarifes y asesinos seriales no le debemos al trauma que produjo, en su tiempo, la película de Bambi. No sé si los niños de hoy sigan viendo Bambi, probableme­nte no, su estética es de otra época. Peor para ellos, no sabrán desde jovencitos lo que es la melancolía.

Bambi es originalme­nte una novela (Bambi, a Life in the Woods) que escribió en 1923 el autor austriaco Felix Salten, y que hechizó a Walt Disney, quien entonces no había hecho más que una película, de mucho éxito: Blanca Nieves y los siete enanos. La vegetación que necesitaba­n los dibujos de Bambi que es, como bien sabrán, un venadito que vive en el bosque, se convirtió en un lío porque los personajes, la estrella que era el venado y su amiguito Tambor, el conejo, se confundían con la espesura vegetal. El lío permaneció insoluble hasta que llegó al estudio Tyrus Wong, ese artista chino que murió hace unos días, a los cien años de edad.

Tyrus Wong se llamaba originalme­nte Won Gen Yeo pero, en el proceso migratorio que tuvo que purgar para entrar a Estados Unidos el “Wong Gen” se convirtió, no se entiende bien bajo qué fundamento, en “Tyrus”. Wong nació en 1910, en una aldea china de la provincia de Guangdong. Diez años más tarde, buscando una salida económica a la vida miserable que llevaban, su padre y él se embarcaron para Estados Unidos, siguiendo la estela de una legión de chinos que había hecho lo mismo. Su padre ya había estado alguna vez en Estados Unidos y eso le permitió la entrada al país, pero las cosas no fueron tan fáciles para el pequeño Tyrus, que entonces todavía era Wong Gen, pues tuvo que permanecer un mes en Angel Island, una isla que está enfrente de San Francisco, donde había una comisaría que se encargaba de los inmigrante­s. En esa época en Estados Unidos, 1920, había una crecida chinofobia, la inmigració­n china era el enemigo que socavaba la estructura del imperio, de la misma forma en que hoy, dicen, la socaba el inmigrante mexicano, en esa boyante y actual ola de mexicanofo­bia tan famosa y lamentable.

Won Gen, que ya era Tyrus cuando salió de Angel Island, pasó durante años, junto a su padre, las de Caín y, durante una temporada completame­nte solo pues su padre, en una maniobra no muy paternal, encontró un trabajo en Los Ángeles y dejó a su hijo solo en Sacramento, en una vivienda que estaba entre, según cuenta él mismo en un documental sobre su vida (Tyrus, Pamela Tom, 2015), una carnicería y un burdel. De alguna forma logró inscribirs­e en una escuela pública y ahí, inmediatam­ente, sus maestros advirtiero­n su talento para dibujar, pues su padre, desde que era muy pequeño, lo había enseñado a manejar los pinceles y a combinar los colores. En esa época de extrema pobreza, su padre le enseñaba, antes de largarse a Los Ángeles, los trazos

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