Autónoma de Tamaulipas y la empresa energética Iberdrola acordaron un plan de recuperación, el cual permitió que el ecosistema recobrara vida e incluso especies en peligro de extinción
Investigadores de la Universidad
En un hecho sin precedentes y tras casi 14 años de investigaciones y trabajos en la zona afectada, el manglar de Arroyo Garrapatas en Altamira, Tamaulipas, ha renacido. Ahora vuelve a ser un ecosistema donde es común observar cocodrilos, loros tamaulipecos y mazacuates, especies amenazadas o en peligro de extinción, que tienen nuevamente la oportunidad de reproducirse en su hábitat natural.
Pero la historia de este paradisiaco lugar, ubicado en el corazón de la zona industrial del Puerto de Altamira, no siempre fue la misma, pues en 1970 la vida y la belleza del manglar desaparecieron, luego de que Petróleos Mexicanos construyera un gasoducto que impactó negativamente el estuario, al romper la conexión que tenía con el mar e impedir que la salinidad alimentara una parte importante del arroyo.
Durante casi tres décadas, el estuario se dulcificó gradualmente, provocando que las especies acuáticas migraran o murieran, y que se perdieran los espejos de agua.
Fue hasta 2003 cuando investigadores de la Universidad Autónoma de Tamaulipas y la Administración Portuaria Integral (API) de Altamira, preocupados por recuperar ese ecosistema destruido, encontraron la respuesta al problema, gracias a la empresa energética Iberdrola que se encontraba construyendo un complejo termoeléctrico en la zona industrial del estado.
La compañía española utilizaría agua del mar para sus torres de enfriamiento y después la devolvería al océano; sin embargo, los investigadores propusieron a Iberdrola que cambiara la zona de descarga hacia la cuenca baja del manglar para que la salinidad ayudara a que el ecosistema se recuperara y la flora nociva desapareciera.
“En ese año encontramos un ecosistema anegado, el estero tenía una baja cantidad de agua y una alta incidencia de especies parasitarias que estaban invadiendo el mangle. Su idea de que nosotros inyectáramos el agua salina fue una oportunidad”, aseguró a MILENIO, Jorge Reynoso, biólogo ambiental de Iberdrola.
La empresa española asumió
El sábalo, lebrancha y la jaiba antes no habitaban la zona y ahora son parte de la pesca local
los gastos de los estudios, campañas analíticas y reforestación de mangle, además hicieron las obras necesarias para que el agua salada descargada se dirigiera directamente a la zona afectada.
Al principio se hizo un fishpass, un tipo de escaleras adaptadas que fungían como puente entre el manglar y el mar, a través de él, los peces podían pasar a la dársena de la cuenca baja del estero, pero fue derrumbada por un huracán que se azotó en la zona.
El biólogo ambiental de Iberdrola señaló que en los últimos años han visto alrededor de 73 especies distintas de aves, muchas de ellas estacionarias y otras migrantes, incluso dijo que los cocodrilos de pantano han formado zonas de anidación.
Aseguró que durante el proceso de restauración, también ha nacido el mangle blanco y el rojo, flora en peligro de extinción.
“Nos encontramos con un avance entre 65 y 70 por ciento, y falta recuperación de peces, pero existe la posibilidad de que lleguen más mamíferos y aves”, afirmó Reynoso.
En un informe elaborado por la Secretaría de Medio Ambiente, la reconstrucción del humedal fue catalogada como un hecho sin precedente en favor de la conservación de un ecosistema y de la sustentabilidad. Tamaulipas ocupa el cuarto lugar en cantidad de manglares a escala nacional, luego de Tabasco, Campeche y Yucatán. Sin embargo, datos de la Comisión Nacional para el Conocimiento y uso de la Biodiversidad (Conabio), señalan que México perdió 10 por ciento de estos ecosistemas, entre l 1970 y 2010.
A su vez, la Comisión Nacional Forestal de México (Conafor) calcula que entre 80 y 90 por ciento de las pesquerías del Golfo de México dependen del manglar en uno o más de sus ciclos de vida, ya que son lugares que albergan especies de talla comercial, que pueden ser aprovechados por el ser humano.
Especies como el sábalo, la lebrancha y la jaiba, que antes no se encontraban en la zona acuífera, ahora forman parte de la pesca artesanal de las poblaciones que se encuentran cercanas al manglar.
La empresa Iberdrola y los investigadores involucrados continúan realizando diversos estudios para corroborar que el ecosistema y las especies se sigan desenvolviendo positivamente y esperan que en los próximos diez años el estero del manglar Garrapatas se encuentre recuperado ciento por ciento. M