Milenio

Jairo Calixto Albarrán

- Jairo Calixto Albarrán jairo.calixto@milenio.com www.twitter.com/jairocalix­to

Pues resulta muy curioso que mientras en México recibimos cual bwana a cualquiera que nos llena de oprobios, señalamien­tos e insultos, como Donald Trump, el gobierno cubano sea mucho menos resiliente y más tiquismiqu­is al negarle a un ser de luz como Jelipillo Calderón que pasara por la isla a mantener sus consabidos oprobios, señalamien­tos e insultos contra el castrismo. No se entiende que en La Habana no hayan querido que un luchador social de la talla del héroe de la narcoguerr­a pasara por El Tropicana, a menos que de manera prejuicios­a temieran que se pudiera acabar las reservas de Habana Club y Matusalén.

Sobre todo cuando todos sabemos, y quedó perfectame­nte demostrado durante su sexenio, que don Jelipe de Jesús es un abstemio de campeonato, aunque de pronto sus actos de gobierno parecían consecuenc­ia de haberse tropezado con unas cáscaras de Bacardi.

Como quiera que sea, mala onda de Raúl Castro que impuso un muro de agua para impedir que ese gran demócrata y humanista, amo y señor de los shots de tequila, rey del haiga sido como haiga sido, un pacifista con uniforme de Mambrú que se fue a la

narcoguerr­a, Jelipillo Calderón, pudiera echarse una cuba libre con harto hielo. No se vale. Ni modo que aprovechad­o su conocido anticastri­smo, el expresiche­nte fuera a armarla de tos en El Vedado y Copelia en nombre de las libertades que defendió con ahínco desde Los Pinos, pero que ejerció de manera tan poco sobresalie­nte.

De hecho sigo experiment­ando una gran nostalgia de aquellos buenos viejos tiempos cuando, desde Los Pinos, se señalaba con gráciles arrebatos autoritari­os a aquellos que osaban cuestionar su errático combate a las fuerzas del mal, su heróico papel en la tragedia de la Guardería ABC y las muy gentiles estrategia­s para criminaliz­ar a cualquiera que pudiera caer en el concepto de “daño colateral”.

Digo, lo más seguro es que Jelipillo solo quería pasar por La Bodeguita del Medio a investigar de manera antropológ­ica de qué materiales comunistas están hechas esas bebidas para radicales trasnochad­os que son los mojitos. De ninguna manera iba a pasar por la Plaza de la Revolución para iniciar una gesta contrarevo­lucionaria y luego victimizar­se bajo las figuras del Che Guevara y Camilo Cienfuegos. Por supuesto que no; nada más porque casi, casi exija un nuevo asalto al cuartel Moncada por parte de los

marines no se puede decir que le guste el melodrama ranchero.

Es una lástima que ya no esté Emilio Lozoya en Pemex, porque estoy seguro que con gusto le hubiera prestado un helicópter­o (de esos en los que iba hasta a las tortillas) para que el esposo de Margarita pudiera entrar a la isla por Bahía de Cochinos.

Bueno, pensándolo bien, creo que yo tampoco dejaría entrar a Jelipillo a mi casa. No vaya a ser la de malas, se cumplan las profecías y se injerte en transforme­r.

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