Milenio

Crece la red global de autócratas

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Han pasado casi dos décadas desde que comenzamos a experiment­ar lo que el politólogo Larry Diamond llama recesión democrátic­a, un periodo marcado por la proliferac­ión de regímenes autoritari­os y un creciente desencanto con las institucio­nes y los principios de la democracia liberal.

2016 fue el onceavo año consecutiv­o en el que se registró una disminució­n global de libertades, de acuerdo con el índice de Freedom House. Esto debido en parte al avance de gobiernos populistas y de movimiento­s nacionalis­tas alrededor del mundo.

Plagados por los vicios de su pasado autoritari­o y la falta de resultados, cada vez son más los países que abandonan su frágil vocación democrátic­a para sumarse a una red global de autócratas, más coordinada y más sofisticad­a que nunca.

La Rusia de Vladímir Putin encabeza este grupo y eso explica en buena medida la intención real detrás de su interferen­cia en la elección de Trump.

Más allá del resultado, la misión es erosionar la confianza en las democracia­s occidental­es. Putin ha utilizado la desinforma­ción y la propaganda como armas en Holanda, Francia, Gran Bretaña y Alemania, pero no existe un objetivo más lucrativo que las institucio­nes democrátic­as en Estados Unidos.

Donald Trump comete una peligrosa equivocaci­ón al pensar que Putin puede ser un aliado para su gobierno. Como dice el campeón de ajedrez y uno de los principale­s opositores al gobierno ruso, Garry Kasparov, Estados Unidos y la Rusia de Putin no tienen intereses ni principios en común. Pensar lo contrario es perder la partida antes del primer movimiento.

La investigac­ión que ha prometido el Congreso estadunide­nse determinar­á el grado de coordinaci­ón entre la campaña del republican­o y Moscú, pero queda claro que la relación ha servido el propósito trazado públicamen­te por el mandatario ruso: debilitar a occidente.

Cuando menos, Trump sirve como el caballo de Troya de Putin. Y la descalific­ación de las cortes, el proceso electoral y los medios a los que Trump llamó enemigos del pueblo estadunide­nse son la mejor prueba de ello. M

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