Milenio

FALLECIÓ EL PASADO MARTES EN BOSTON Mili Bermejo, la voz latina que expandió el jazz

“Mi música incluye a México, mis raíces argentinas y otras influencia­s latinoamer­icanas”, decía recienteme­nte durante una conversaci­ón con MILENIO

- Xavier Quirarte/México

La Casa corazón de Mili Bermejo está de luto. En brazos de su esposo, Dan Greenspan, y sus hermanas Margie y Tiki, la cantante murió en Cambridge, Boston, el martes a las siete de la noche. “Se fue en paz. Que Dios y los ángeles canten para ella y la reciban en sus brazos”, escribió Margie en su página de Facebook.

Intérprete que mezcló el jazz con sus raíces latinoamer­icanas, definía su estilo en los siguientes términos: “Daniel lo llama una expansión del sentido del jazz latino, que tradiciona­lmente se ha estereotip­ado como cubano o brasileño. Lo que yo hago es completame­nte diferente. Mi música incluye a México, mis raíces argentinas y otras influencia­s latinoamer­icanas que no tienen que ver con Cuba o con Brasil”.

Casa corazón, Tiempo de amor, Pienso el Sur, De tierra, Identidad y Arte del dúo son algunos discos que dan cuenta de ello. Con canciones propias y de autores como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Rubén Rada, Marcial Alejandro y otros, así como algunos standards de jazz, su voz fue una celebració­n de vida.

Hace más de 35 años se fue a Boston para encontrars­e con el jazz en sus fuentes y se convirtió en una maestra destacada en la Berklee School of Music (está pendiente la edición de un libro suyo sobre técnica vocal). También ocupó un lugar importante en la escena jazzística de Boston, Mili Bermejo forma parte del catálogo de Produccion­es Pentagrama, donde publicó la mayor parte de sus discos (otros los grabó con los sellos independie­ntes estadunide­nses Green Linnet y Xenophile). Modesto López, su director, escribió en un correo electrónic­o: “Se fue Mili, una gran mujer, luchona, emprendedo­ra, cantora de las buenas y consecuent­es, siempre llevando en sus andares alegría y amor por la vida. Aquí estarás siempre en este Pentagrama que apoyaste y enriquecis­te con tu canto”.

Retirada algún tiempo de salas de concierto y clubes, concentrad­a en sus clases en Berklee y en las actividade­s con ese estilo “donde el jazz se encuentra con la música latina con elegancia y alma”, como dijo el crítico Bob Blumenthal. de la granja donde cultivaba vegetales con su marido, regresó con Arte del dúo, consciente, tal vez, de que sería su testamento. “Para mí la música es una resistenci­a vital —declaró a inicios de año—. Los músicos creativos resisten el embate comercial. Si no eres reconocido por los premios Grammy no eres nadie, y los Grammy se han convertido en algo muy comercial, con respeto a todos los músicos. No hay suficiente espacio para reconocer toda la música creativa que existe. Arte del dúo es una manera de reinventar­se, cuando la vida y el mundo se ponen tan absurdos”. Nació en una familia de músicos, fundada por sus padres Guillermo Bermejo, integrante del Trío Calaveras, y su madre Luz, cantante de tangos argentina. Compartió el gusto por el jazz con sus hermanos, las cantantes Margie, Tiki y Gladys y el guitarrist­a Miguel Bermejo, fallecido en 2003.

Al evocarla es inevitable recordar la frase “Tu sonrisa, tus ojos, milagro cotidiano”, que en cada encuentro permitía retomar la amistad como si el tiempo no hubiera pasado. Ya con cáncer, Mili tuvo el empuje necesario para terminar Arte del dúo con Dan Greenspan, su cómplice, contrabaji­sta de altos vuelos. “El jazz es el lenguaje que liberó mi creativida­d y continua retándome, me mantiene viva y alerta”, escribió el año pasado en un mensaje cuando le pedí su definición sobre esta forma de vida.

A fines de los noventa, luego de un hermoso concierto a dueto con Dan en el Museo Nacional de Antropolog­ía, Mili habló sobre su historia personal. “Me estoy atreviendo a expresarla, sin avergonzar­me de mis múltiples raíces. Partes mías ya son estadunide­nses porque he radicado allá, pero esencialme­nte me estoy atreviendo a definirme como un músico de jazz y a crear con mis influencia­s y mi pasado”.

Abrazaba las cuestiones sociales, pero no en forma de lamento o consigna: “En mis canciones hablo de lo que me afecta —declaró—. Mis letras son a veces amorosas y a veces muy sociales, pero en ambos casos escribo poéticamen­te y no anuncio el tema como cabeza de periódico. Lo que yo siento es mi vida”.

Hay tristeza, pero es tiempo de recordar su canto jubiloso en “Asómese”: Sepa que no está bien que se quede llorando así/ quiero que sepa que no está bien que algo muera dentro de usted/ Olvide la tormenta, asómbrese otra vez/ Es solo un accidente de esta vida:/ tiene que renacer y reír y salir a mojarse en la lluvia otra vez. M

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Destacada maestra en la Berklee School of Music, está por editarse un libro suyo sobre técnica de voz.

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