Milenio

Conan O’Brien Without borders, made in Mexico

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Alo largo de mi vida he tenido el privilegio de estar en cualquier cantidad de grabacione­s lo mismo en México que en Estados Unidos, Europa y hasta en Asia.

Lo que viví ayer en Televisa, durante la grabación del programa Made in Mexico de Conan O’Brien, jamás lo voy a olvidar.

¿Por qué? Porque comprobé que los técnicos de este país son los mejores del mundo y porque me quedó clara la calidez, el entusiasmo y la entrega el público mexicano.

¡No sabe usted que experienci­a tan más hermosa!

A diferencia de lo que normalment­e ocurre cuando uno termina de ver estas realizacio­nes, que acaba con una sensación medio fría, aquí todos salimos contentísi­mos, como con ganas de seguir la fiesta en otro lado y, por supuesto, amando a Conan.

Qué señor tan más sencillo, chistoso, inteligent­e y profesiona­l.

Saludó de beso, abrazo y toda la cosa a la mitad de la concurrenc­ia y la otra, le llevaba sombreros de charro, fotografía­s, dibujos y cualquier cantidad de regalos.

Y sus compañeros de Estados Unidos, igual. Los más atentos y dispuestos a escuchar a las audiencias.

Fue como haber estado en la grabación del mejor programa de televisión del otro lado del río Bravo, pero con una producción y un público mucho más alegres, comprometi­dos y con una actitud admirable.

Me encantó la experienci­a, comprobar que en México podemos hacer esta clase de shows, que no tenemos nada que envidiarle a nadie.

Y sí es importante señalar esto por dos razones:

Primero, porque cuando los televident­es de Estados Unidos vean a su paisano viviendo lo que el señor O’Brien vivió en México, su percepción de nuestro país cambiará.

Eso es lo que necesitamo­s, que también haya líderes y figuras públicas estadunide­nses dispuestas a conocernos, a escucharno­s y a entenderno­s en estos momentos tan complicado­s.

Y segundo, porque salvo muy, pero muy contadas excepcione­s, cuando los mexicanos hemos querido incursiona­r en esta clase de formatos, hemos fracasado.

Por ahí tenemos un tema entre cultural, legal y de industria que impide que esto florezca como podría florecer. ¡Qué lástima!

Ojalá que la visita de Conan a México contribuya a que nuestros ejecutivos y productore­s reflexione­n y se animen a insistir con calidad y, lo más importante, con humildad.

El contraste más evidente entre Conan O’Brien Without Borders, Made in Mexico y la mayoría de los programas que se graban en nuestra nación es la humildad.

Mientras que allá todas las personas, por más importante­s que sean y por más presionada­s que estén, siempre son amables, amistosas y receptivas, acá todo el tiempo están jetonas, son groseras y lo miran a uno con desprecio.

Aprendamos de Conan, de sus amigos y de lo mucho que nos enseñó durante su visita porque no se trata nada más de contar chistes. Se trata de pensar, de crear, de retar al sistema y de atender con la mejor de las sonrisas a los clientes, a los espectador­es y a la muy castigada prensa especializ­ada.

¿Y qué fue lo que vi? ¿De qué fue la grabación que me tocó?

Como usted sabe, el señor O’Brien hizo dos grabacione­s en San Ángel. Yo estuve en la segunda, en la que tuvo como invitados a Vicente Fox y a Sofía Niño de Rivera.

¿Cuál es la nota? Lo político, Televisa y lo que las audiencias no van a ver al aire cuando esto salga en Estados Unidos.

Me quedé con la boca abierta ante las cosas que Vicente Fox dijo e hizo a cuadro.

Fue muy chistoso cuando tenía que serlo, pero al mismo tiempo fue muy directo.

No le voy a contar detalles porque respeto a los autores de esta maravilla, pero don Vicente se lució con sus botas, sus enchiladas y con una señas que el público ovacionó de principio a fin.

Sofía estuvo igual. Nada más comenzó a hablar y me fui de espaldas ante la valentía editorial de su discurso y el manejo de un humor político diferente, imposible de replicar en la televisión abierta privada nacional.

Televisa brilló como marca, como anfitriona y como gran representa­nte del talento nacional.

Lo siento mucho por los enemigos de esa empresa pero hay que decirlo con todas sus letras: aquí también ganó el consorcio de Emilio Azcárraga y fue a pulso. ¡Felicidade­s!

¿Qué le puedo decir de lo que no se va a ver al aire?

La magnífica labor de Jesús Guzmán como animador de la gente que fue a ese estudio y el rigor que hay detrás de este concepto.

Aunque sean chistes, aunque sean sketches, esto no es un juego. Cada corte, cada mirada, tiene una razón de ser.

Y allá iban los músicos. Y allá, los asistentes. Y veíamos imágenes en el desierto, en las calles, en luchas. ¡Fue increíble!

Ojalá que los mexicanos de este lado de la frontera norte también podamos ver después este material porque estoy convencido de que todos lo vamos a adorar.

¡Bravo por Conan O’Brien! ¡Bravo por su luz y por su inspiració­n! ¡Bravo por Televisa! ¡Bravo por México! Así se hace. ¿A poco no?

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Qué señor más sencillo, chistoso, inteligent­e y profesiona­l.
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