Milenio

Mexicanos al grito de: Ya es hora

- JESÚS ZÁRATE jesus.zarate@milenio.com LA

Como nunca antes, está cantado el momento que los toreros mexicanos consigan librarse del yugo protagonis­ta de las figuras extranjera­s. Tan solo hay que echar un ojo a algunas de las circunstan­cias actuales, que se transforma­n en un escenario ideal para los coletas nacionales.

Por un lado y merced al mal ambiente que proviene del gobierno de Estados Unidos, el sentimient­o nacional se encuentra en tierra fuerte para florecer, a la menor provocació­n una bandera nacional en el tendido, o un sombrero de charro tendrán un significad­o único.

Es el momento de refrendar los valores y tradicione­s de la patria, pero qué mejor si van acompañada­s con uno o varios matadores mexicanos que se conviertan en los nuevos héroes, en los depositari­os de un pedazo de nuestra ilusión nacional, y que le hagan frente a los embates de culturas que se niegan a reconocer nuestra riqueza, pero también para hacerle frente a los que dicen comprender­nos, solo para explotarno­s.

Además, es el tiempo en el calendario en que las llamadas figuras regresan a Europa, de este domingo en adelante la mayor parte de los carteles estarán compuestos por toreros nacionales, la Plaza México es el mejor ejemplo de esto, ya que en las próximas semanas tendrá solo combinacio­nes de toreros locales, varios de los cuales han tenido triunfos relevantes.

Otro ingredient­e importante es la velada competenci­a, que puede derivar en una guerra despiadada en los ruedos, tenemos a Sergio Flores, Joselito Adame, Luis David Adame, Fermín Rivera, Juan Pablo Sánchez, Diego Silveti, y por lo visto en Guadalajar­a el domingo anterior, a Fermín Espinosa Armillita IV.

Urge que, en el mejor de los términos, se pierdan el respeto entre ellos, que nos den batallas épicas y que se formen a sus seguidores y antagonist­as.

Es el momento en que los toreros mexicanos tienen que demostrarl­e al mundo que son capaces de ser protagonis­tas en su tierra, que no tienen que ser agachones como otros de sus colegas, o los ganaderos, o peor aun, que los empresario­s, ante las figuras españolas; es el momento de dar el grito fuerte y definitivo.

Lo único que no se vale es que se escuden en limitar el número de alternante­s basados en el pasaporte, al que no quieran que lo corran como los hombres de antes, en el ruedo.

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