¡A la mujer se le debe procurar diariamente!
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer. Las instituciones públicas y sociales mostrarán sus avances —aún insuficientes— en la lucha por alcanzar la igualdad de géneros. Proteger, empoderar y reconocer a las mujeres ha de ser tarea permanente, pero aprovechemos la fecha para enfatizar en el compromiso y ver la todavía dolorosa realidad…
Así, recordemos a quienes han sido víctimas de violencia y sometimiento de todo tipo. Por ejemplo, en 2013, la Organización Mundial de la Salud estimaba que, en promedio, 35% de las mujeres en el mundo había padecido violencia física y/o sexual, existiendo países donde la cifra se elevaba hasta 70 por ciento.
Por su lado, en 2014, Unicef señalaba que 120 millones de niñas habían sufrido relaciones sexuales forzadas, mientras que más de 700 millones —vivas en ese año— se casaron siendo niñas o en minoría de edad.
También acordémonos de aquellas que, no obstante provenir de entornos de precariedad, no declinan ante las dificultades ni escatiman esfuerzos ni energías por su superación y ser buenas madres, hijas, hermanas, esposas y trabajadoras, a fin de promover el bienestar de sus hogares y, con ello, construir comunidades más cohesionadas.
Pero en especial pensemos en todas las niñas y mujeres a quienes el Estado y la sociedad no hemos podido dar las garantías y oportunidades que su dignidad humana merece. Que no han contado con un entorno familiar cálido, con condiciones para acceder a los bienes de la educación, la salud y la justicia, ni con la posibilidad de desarrollar sus potencialidades ni de recibir apoyo diligente para construir capacidades de resiliencia y de recuperación.
Hace mucho tiempo aprendí que, por elemental congruencia y reciprocidad, los seres humanos no podemos exigir al prójimo algo que no estemos dispuestos a proporcionar o a hacer.
Dicho lo anterior, con el mayor comedimiento invito a los lectores y lectoras a reflexionar en las actitudes y acciones propias hacia nuestros semejantes; y si compartimos que el respeto a la mujer empieza en casa, en el seno familiar y en los centros de trabajo, entonces revisemos qué hemos hecho al respecto… ¿Estamos satisfechos?
Por fortuna, cada vez son más los hombres —y también las mujeres— con la firme convicción de que una sociedad moderna y democrática tiene como uno de sus basamentos esenciales la sublime complementariedad entre los sexos, así como la igualdad, la solidaridad y la cooperación entre géneros. M