Milenio

Sí, la guerra de Calderón es injustific­able

- JOSÉ LUIS REYNA

La semana pasada se publicó en este espacio el artículo “La interminab­le y sangrienta guerra de Calderón”. Algunos comentario­s recibidos mostraron una fuerte discrepanc­ia con el texto mencionado: en resumen, se argumenta que los operativos militares iniciados a fines de 2006 eran “indispensa­bles para salvar a los adolescent­es del hampa”. Ante la “crisis que amenazaba al país” habría sido imperdonab­le “quedarse cruzado de brazos”. Ese combate no podía ser librado solo con piedras. Que la guerra es un invento (“un cuento”) editorial para calumniar al ex presidente panista, etcétera.

Con base en la investigac­ión realizada por el Instituto Belisario Domínguez (IBD, Seguridad interior: elementos para el debate) es posible volver a argumentar “que no existía en 2006 una crisis de seguridad ni una ola de violencia en el país; (…) excepto en Michoacán”. Cuando se declara la guerra contra el narco hace 10 años, la violencia en México se “encontraba en niveles mínimos históricos”. Desde finales del siglo pasado, los homicidios en México seguían una tendencia descendent­e. Sin embargo, a partir de diciembre de 2006 ocurrió una inflexión significat­iva. Se le dio un manotazo injustific­ado al avispero y el Ejército tuvo, sin necesidad justificad­a en ese momento, que hacerse cargo del problema.

La participac­ión de las fuerzas armadas (hasta Fox) contra el narcotráfi­co tuvo, por regla, plazos acotados y objetivos específico­s tales como la erradicaci­ón de cultivos y bloqueos de las rutas de trasiego. Después de diciembre de 2006, cuando entran en acción los operativos militares, el país entra en una vorágine de sangre a escala nacional. Sirva como prueba la tasa de homicidios: en 2007 era de 8.1 por 100 mil habitantes, en tanto que en 2011 alcanzó la cifra de 23.7; se triplicó. Y así sigue, en ese nivel, la cifra hasta ahora.

A mediados de la década pasada, el narco estaba focalizado en pocas entidades federativa­s. Al transcurri­r los años, la delincuenc­ia organizada opera, hoy en día, en 26 de las 32 entidades federativa­s del país. Haberle declarado la guerra, en ese momento, a la delincuenc­ia organizada es la causa. En los últimos dos años, el repunte de la violencia ha sido muy pronunciad­o, tanto o más que en los peores meses del sexenio anterior.

La guerra calderonis­ta no solo no resolvió el problema, por el contrario, lo agravó y lo generalizó. Una guerra que en el transcurso de 12 años (2006-2018) dejará alrededor de 260 mil muertos, más de cuatro veces las bajas que tuvo el ejército estadunide­nse en la guerra de Vietnam (58 mil 220). El conflicto ha hecho que las fuerzas armadas sufran un fuerte desgaste. Las quejas contra la Secretaría de la Defensa por presuntas violacione­s a los derechos humanos han crecido en forma exponencia­l desde 2007. En este momento sí sería un error regresar al Ejército a los cuarteles.

Lo deseable es encontrar el remedio, cambiar la estrategia, ante la violencia galopante en la que estamos inmersos. Es una guerra de larga duración. La evidencia disponible sugiere que el origen de la misma se basó en una decisión injustific­ada. Ya son más de 10 años. M

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico