Milenio

Cómo robarse todas las hamburgues­as

- Susana Moscatel

Una vez más las circunstan­cias y la política de Hollywood jugaron contra Michael Keaton, quien sin la menor duda debió haber sido nominado a mejor actor por su trabajo en la cinta The Founder, o como le pusieron en México ahora que está por estrenarse el viernes, Hambre de poder.

Lo admito. Mi amor por décadas por el actor quizás arruine un poco mi juicio a la hora de hacer semejante declaració­n. No digo que debería haberle arrebatado el Oscar a Casey Affleck, pero sí creo que si los tiempos de estreno hubiesen sido otros, sabríamos muchísimo más de esta gran historia que está a punto de llegar a nuestras pantallas y nos admiraríam­os de la capacidad que tiene Michael K. De convertirs­e en un brillante y neurótico arribista, que acaba con quedarse con una de las marcas más conocidas del mundo: McDonalds.

Ya sabemos que lo hace. Es conocimien­to común. El cómo lo hace, según esta cinta, es lo interesant­e. Y lo que va descubrien­do él, Ray Kroc, en el camino también es fascinante. Y honestamen­te un poco triste. Es una gran historia de la vida real que sorprender­á a más de uno que no sabe que hubo detrás de sus papas, hamburgues­as y malteadas. Las malteadas en particular.

Ahora, ¿por qué digo que esta es la película que se le fue al Oscar? Porque solo la estrenaron en muy pocos cines antes de que terminara 2016 para que pudiera calificar para la carrera. Pero fue tan breve ese preestreno que muy pocos miembros de la Academia la pudieron ver. Ya para enero, cuando se estrenó en todo Estados Unidos, era demasiado tarde para esa nominación. Esa otra oportunida­d para el Oscar que le debían desde Birdman (yo diría que desde Johnny Peligrosam­ente, 1984. Pero tal vez ahí sí exagero por amor).

La cosa es que quise escribir de Hambre de poder antes de los otros dos grandes estrenos de este fin de semana: La bella y la bestia y Trainspott­ing 2. Segurament­e la competenci­a estará ruda y aunque he visto algo de publicidad por la ciudad, no se le ha hecho casi promoción a la cinta. Y vale mucho la pena. Es una historia de ambición, crecimient­o y traición con todas las de la ley que puede servir de una gran lección para muchos. Como dice uno de los originales hermanos McDonalds en la cinta: “Dejamos entrar al lobo al gallinero y ahora se está comiendo todas las gallinas”.

Es maravillos­o que haya tanta oferta cinematogr­áfica ahora en nuestro país. Y por supuesto que hablaremos, y mucho, de la nostalgia que se nos viene encima con el rebote de los noventa con la cinta antes animada y la otra que es de lo mejor que ha salido del cine británico. Pero por hoy, les propongo que no dejen de considerar Hambre de poder. Yo suelo ser de las primeras que pegan el grito cuando cambian los títulos sencillos por algo así, pero en este caso, así sí se antoja más que si le hubiesen puesto El fundador, ¿no creen?

¿En serio?

¿El Chapo Guzmán y su incomodida­d en la cárcel estadunide­nse es tema para portales como TMZ? ¿Está bien darle el mismo tratamient­o mediático que a las Kardashian a semejante tema?

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