El país que mantuvo al margen el mar
Hay libros que contienen una historia dentro de otra historia mayor y, sin embargo, la menor de ellas es la que perdura. Tal es el caso de “El pequeño héroe de Harlem”, una narración dentro del libro Hans Brinker o los patines plateados, escrito en 1865 por Mary Mapes Dodge. Éste narra las peripecias de un muchacho de 15 años para ayudar a su familia y ganar una competencia del deporte holandés por excelencia: el patinaje sobre hielo.
La novela retoma una pequeña historia que con el tiempo ha construido un espacio propio. Es la de otro chico holandés que salva a su país al evitar que colapse un enorme dique que le protege del mar; lo hace introduciendo el dedo durante toda la noche en un orificio por el que se cuela el agua, lo que amenaza con colapsar la barrera. Pese al frío y la lluvia, el héroe se mantiene firme hasta que lo encuentran algunos adultos, quienes hacen las reparaciones necesarias. El niño que mantuvo al margen el mar se titula una película de los 80 que cuenta esta historia.
Ahora han sido los holandeses en su conjunto quienes han salvado a Europa, cuando menos por el momento, manteniendo al margen el mar y evitando una inundación de populismo de terribles consecuencias. Lo han hecho no sin dificultad pero gracias a su enorme pragmatismo. Con una participación cercana a 80%, en una elección con 28 partidos políticos (se calcula que la mitad tendrá presencia en el Parlamento), todo indica que se podrá armar un gobierno de coalición estable para los próximos cuatro años entre cuatro o cinco partidos de centro y vecinos cercanos, tanto liberales como conservadores.
A fin de cuentas, o más bien por principio de ellas ya que han sido comerciantes de toda la vida, los holandeses son bastante prácticos. No dudan, por ejemplo, en desarrollar un programa para que sus carteros amplíen los servicios que ofrecen. Como planteaba una nota de El País hace poco, ¿qué hacen los carteros ahora que el correo electrónico viene dejando atrás los envíos del correo tradicional? Fácil: toman las cifras de los medidores de agua; reportan el estado de los contenedores de basura de la calle; avisan a las autoridades si las cortinas continúan cerradas durante días en los domicilios donde habitan personas de mayor edad, en fin. Si los carteros son normalmente bien recibidos en todas partes, ¿por qué no ampliar sus responsabilidades e ingresos?
El reciente voto holandés es también una pequeña historia dentro de una historia mayor. En los próximos meses, las definiciones francesa y alemana sobre el futuro de Europa podrán hacer de la reciente locura anglosajona (británica y estadunidense) acaso el último estertor de quienes se oponen a la globalización, con todos sus retos, defectos y problemas.