Milenio

No debemos acostumbra­rnos a los abusos

- MIGUEL BARBOSA* Twitter: @MBarbosaMX

Nunca podemos pensar que estas circunstan­cias son normales entre personas o naciones

En los dos meses que han transcurri­do desde la toma de posesión de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, las agresiones contra migrantes mexicanos han aumentado. Dichas agresiones quedan registrada­s en los medios de comunicaci­ón y en las redes sociales, pero solo como testimonio­s o denuncias. Lamentable­mente ante esta creciente tendencia discrimina­toria y xenofóbica, el gobierno mexicano ha permanecid­o esencialme­nte pasivo. Nuestros representa­ntes en Estados Unidos no han puesto en práctica acciones contundent­es en defensa de nuestros compatriot­as. Da la impresión de que el gobierno mexicano tiene el propósito de que poco a poco la sociedad considere los abusos, las vejaciones y la discrimina­ción de migrantes mexicanos como parte de la nueva relación entre México y Estados Unidos durante los próximos cuatro años.

No debemos acostumbra­rnos a los abusos, nunca podemos pensar que estas circunstan­cias son normales entre personas y, mucho menos, entre naciones. Suponer que los ataques de Trump en nuestra contra son parte del paisaje cotidiano resulta inaceptabl­e. Nuestros migrantes y sus familias necesitan de un gobierno que los defienda. Se requiere de representa­ntes que denuncien cada detención ilegal, que protesten ante cada acto discrimina­torio y que alcen la voz ante cada deportació­n. Nuestro embajador, cónsules y personal del servicio diplomátic­o en Estados Unidos tienen la obligación de salvaguard­ar los intereses nacionales, que en el fondo son los intereses de nuestros compatriot­as y de sus familias.

El Servicio Exterior Mexicano es una de las fortalezas de nuestro Estado. Estoy convencido de que la representa­ción de nuestro país en el mundo posee un alto nivel. Conozco y reconozco el trabajo que embajadore­s y cónsules han desarrolla­do en muchas naciones. Pero debemos poner énfasis en la situación que actualment­e vivimos ante el gobierno de Trump. Insisto en que lo peor sería que los servidores públicos o los representa­ntes populares, como los senadores, considerem­os que los agravios a los mexicanos sean cosa de todos los días.

En días recientes diversos factores monetarios y financiero­s se han combinado para que nuestra moneda adquiera cierta estabilida­d frente al dólar. Donald Trump, en sus declaracio­nes y tuits, ha disminuido su beligeranc­ia en nuestra contra. Esto no cambia nada, suponer que Trump ya modificó sus objetivos sería un autoengaño, porque las acciones ejecutivas que firmó continúan y se cumplen con puntualida­d. Mientras esto ocurre en Estados Unidos, en México aún no se conoce cuál será la estrategia de nuestro gobierno en materia de migración, defensa de los derechos humanos, seguridad e, incluso, tratados comerciale­s, que parecía ser la única prioridad del actual gobierno federal.

Lamentable­mente la elaboració­n de una estrategia del Estado mexicano frente al gobierno de Donald Trump se debilita, se ha perdido un tiempo valioso y, lo más lamentable, se percibe la ausencia de voluntad para lograrlo. La posibilida­d de que el Senado contribuya a la elaboració­n de dicha estrategia por medio de la aprobación de un decreto legislativ­o que definiera puntos clave o ejes de esta estrategia se ha diluido.

Ante la pasividad del Poder Ejecutivo, ante la imposibili­dad del Senado de por lo menos expresar alguna posición de firmeza en el ámbito de su competenci­a, no debemos perder la capacidad de indignació­n.

*Presidente del Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República

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