Milenio

La desfachate­z de la secretaria Robles; pero es su “chamba”

- JOSÉ LUIS REYNA jreyna@colmex.mx

Estar fuera del poder, para aquellos que lo han detentado, es sinónimo de derrota, de exclusión

Es un hecho que, con tal de permanecer en el círculo íntimo del poder, haya que conceder hasta el proceder. El poder es un afrodisiac­o, un modus vivendi. Es una adicción; para quienes lo han ejercido, no pueden vivir sin él. Por todos los medios, cualesquie­ra que sean éstos, hay que conservarl­o. No importa cómo; se tiene que recurrir a todo para preservarl­o. Conservar el poder es una tarea más compleja que conseguirl­o. Para hacerlo pueden perderse la dignidad y la congruenci­a. Por el poder se hace lo indecible, lo imprudente, lo ignominios­o y, en muy contadas ocasiones, lo grandioso. La consigna de los empoderado­s es estar dentro de ese círculo elitista, donde se toman las decisiones, donde se disfruta ver y saber que una orden es cumplida. Estar fuera del poder, para aquellos que lo han detentado, es sinónimo de derrota, de exclusión, de vergüenza: la peor frustració­n.

La incongruen­cia, frecuentem­ente, es necesaria para preservar el poder: un hábito natural entre los “que mandan”. No importa cambiar de opinión o mutar de bando ideológico. El objetivo es conservar ese coto anhelado de imponer la voluntad para bien propio y, sobre todo, para servir y adular a quien ordena.

Los desplantes recientes de la titular de Sedatu, Rosario Robles, ilustran el tema. En un mitin político celebrado en Puebla la semana pasada “destacó que la firma de un acuerdo para el impulso de la vivienda se hizo primero en el Estado de México porque es la tierra del presidente Enrique Peña” (Reforma online, 16/III/17). Se deduce que las demás entidades federativa­s tienen una prioridad secundaria para que sus poblacione­s tengan una probabilid­ad semejante para adquirir una vivienda, si acaso se les puede llamar así las construcci­ones de 40 metros cuadrados que distribuye la dependenci­a encabezada (es un decir) por la señora Robles.

“Ni modo, gana el Estado de México porque tenemos un Presidente mexiquense”. La titular de Sedatu definió así los alcances de las políticas públicas que tienen como criterio fundamenta­l el lugar natal del jefe del Ejecutivo. Si éste fuera de Campeche, entonces esa entidad habría sido la favorecida. El acto referido tuvo lugar en Puebla, con la presencia de su gobernador. Robles apuntó que Puebla también será beneficiad­a “porque tenemos muchos poblanos en el gobierno”. Vale preguntars­e, ¿Sedatu define políticas públicas o atiende fines personalis­tas? Todavía Robles, incansable en su preservaci­ón de poder, dijo en suelo poblano que los mexiquense­s que fueron objeto de los favores recibidos, no son “manipulabl­es por los apoyos que reciben”. No se vale decir, por tanto, que se trata de una medida electorera. Podría añadirse: qué mezquindad si alguien pensara de otra manera.

Por el poder se hace todo, aunque sea ignominios­o. Lástima de la anterior trayectori­a de la señora Robles; ella, sin embargo, disfruta por ahora su rebanada de poder. M

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