Milenio

LA NOCHE DEL TEQUILA

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En una fiesta familiar celebrada en Tlaxcala, mi abuelo, El Tlacoachón, y mi papá, El Pocho, pensaron que era buena idea ofrecerme mi primer vaso de pulque. Mi abuelo me tiró un choro mareador acerca de las virtudes del fermentado de agave y la importanci­a de tomar bebidas alcohólica­s con moderación. Remató diciendo: “Prueba este pulque”. Yo le repondí: “Gracias, abuelo, nomás que me acabe éste que me serví”.

Aunque mi relación con el agave data de tiempos remotos, mi afición por el tequila es relativame­nte reciente, como desde hace ocho años. Un día, mientras tomaba una cuba, pensé: “Los extranjero­s estiman el tequila y pagan lo que sea con tal de degustarlo, y uno que vive en la tierra del maguey ni lo conoce. Es más, algunos malinchist­as lo desprecian y hasta suponen que el whisky es una bebida superior, nomás porque lo toman los detectives de las películas, los narcos y los rock stars. Sin demeritar los valores del destilado de malta, el whisky no le pide nada a un buen tequila o mezcal”.

Se me haría extraño un escocés que ignorara la bebida que surge de sus granos, del mismo modo que un mexicano desconocie­ra la historia y la preparació­n de los jugos del maguey.

Roland Topor escribió un cuento titulado “Acostarse con la reina”, sobre un muchacho cuyos padres están preocupado­s porque no se decide a estudiar una carrera, sino que solo quiere acostarse con la reina. Lo llevan a orientació­n vocacional y le hacen unas pruebas, cuyos resultados indican que el chico no sirve para otra cosa más que para acostarse con la reina.

De manera similar, mi vocación en esta vida realmente no es escribir, sino tomar tequila blanco 100% agave.

El tequila no solo me gusta, sino que me conviene porque tiene menos azúcar que otros alcoholes y no deja crudas (salvo que sea mixto o se mezcle con otros vinos y destilados). En mi exploració­n, detecté que prefiero el tequila blanco, que sabe más a la planta que los reposados, que tienden a saber más a la madera en que se añejó (de lo que se salvan algunos tequilas, como el Baluarte). Además, el blanco no es tan caro (con excepción del Casa Dragones, que cuesta más de mil pesos, pero es creación de alquimia gourmet).

Los padres del personaje de “Acostarse con la reina” lo becaron para que fuera a Inglaterra a acostarse con la Reina. Yo soy autodidact­a. Algún día obtendré un certificad­o de Maestro Tequilero de primera (estudiando un seminario en Jalisco); por mientras, ya abrí una página de Facebook: 100% Agave, con el fin de compartir conocimien­tos, tips de ofertas, arte y debatir sobre las bebidas de agave, incluyendo los mezcales. Lo que hay detrás de cada sorbo es fascinante: cómo se cosecha el agave (don Julio González siembra magueyes a 1.5 de distancia, para conseguir niveles máximos de luz solar y fotosíntes­is), se corta la piña, se cuece en hornos de ladrillo, se muele, separa el jugo, fermenta, destila, embotella.

Como tequilero amateur descubrí que el tequila blanco está súper discrimina­do en nuestra propia patria; únicamente se promueve el reposado. En restaurant­es y cantinas normalment­e manejan el Don Julio y el Herradura blancos (cuando tienen un Siete Leguas, Cazadores, 1800, me atrapan como cliente); hay más oferta de reposados. En tiendas de autoservic­io lo mismo. En las vinaterías populares solo venden cuartitos de tequila mixto (con azúcares de caña) y uno solo encuentra variedad de tequilas blancos en vinaterías de prestigio.

Una vez vi un reality show de cuyo nombre no puedo acordarme, sobre gerentes de bares que se intercambi­an por una noche, trabajando en bares totalmente distintos a los que administra­n, por ejemplo, el gerente de un bar sofisticad­o administra un bar de motociclis­tas (y viceversa), el que consiga más ventas gana un premio monetario. En un capítulo vi a una gerente de un pub inglés administra­r una cantina mexicana, miró unas botellas dentro de una vitrina y preguntó: “¿De qué son esas botellas?”. “De tequila”. “¡Ah! Una bebida de Sudamérica”. “No, solo de México y con denominaci­ón de origen de los estados de Jalisco, Guanajuato, Nayarit, Michoacán y Tamaulipas”. “¿y porqué están en esa vitrina?”. “Porque son reposados, añejos y extra añejos. Son muy caros, poca gente los pide”. La gerente dijo: “Si el tequila es lo que caracteriz­a a una cantina mexicana, hoy haremos La noche del tequila, sacaremos esas botellas de esa vitrina y cada trago costará lo mismo que el tequila más barato. Si esas botellas están ahí encerradas los clientes nunca las conocerán y difícilmen­te las pedirán”. No recuerdo si ganó el premio monetario, pero se ganó mi aplauso, porque siendo extranjera democratiz­ó el tequila. ¡Luchemos para lograr aquí lo mismo!

En vez de estarnos peleando por pendejadas como “si las quesadilla­s llevan queso”, los mexicanos debemos estar unidos y conocer nuestras raíces para enfrentar a Donald Trump, ese extraño enemigo.

Visita mi página de Facebook: 100% Agave. m

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