Milenio

¿Podrá el PAN repetir su triunfo de 2006?

- GUILLERMO VALDÉS CASTELLANO­S

La ventaja que los estudios de opinión le dan a López Obrador no es demasiada y podría ser remontada

Las probabilid­ades del triunfo de AMLO —asunto que se ha vuelto el tema engañabobo­s del mes, por eso de que su triunfo es ya seguro e irreversib­le— dependen, en gran medida, de lo que haga o deje de hacer el PAN, pues los datos de las encuestas de este año indican que la contienda por la Presidenci­a sería como la de 2006. Digamos que puede ser la revancha —esta vez por la vía de Morena y no del PRD— o la ratificaci­ón de la supremacía de Acción Nacional.

La ventaja que los estudios de opinión le dan a López Obrador no es demasiada y podría ser remontada. Pero antes falta que el PAN no solo mantenga ese nivel de preferenci­as electorale­s, sino que las incremente para poder superar al tabasqueño. No será tarea fácil, pero tampoco es imposible y muy probableme­nte sea cardiaca, como lo fue hace 12 años.

La ruta que tendría que seguir Acción Nacional es demasiado obvia, pero eso no le reduce complejida­d. Menciono tres pasos indispensa­bles. El primero consiste en elegir su candidato sin que ello les agrave el severo problema de unidad que arrastra desde hace varios años. Las diferencia­s entre Ricardo Anaya y Margarita Zavala son profundas, al grado de que se perciben más como enemigos que como adversario­s; parecen estar instalados en la lógica de un conflicto suma cero en el que lo que gane uno lo tiene que perder el otro, y ya no conciben las discrepanc­ias como un asunto a negociar para llegar a un acuerdo que beneficie a su partido.

Los métodos de selección del candidato —elección abierta, a la base militante o encuesta— al parecer tienen destinatar­io, pues el primero sería bondadoso para Moreno Valle; el segundo para Anaya y el tercero para Margarita. Si no rompen esa disyuntiva mediante un acuerdo generoso y sin miopía de los tres precandida­tos y de los que se sumen, es muy probable que salgan divididos y no puedan triunfar. AMLO reza todas las noches porque eso se vuelva realidad. Pero mantener la unidad es condición necesaria aunque no suficiente.

Segundo paso: concretar alianzas consideran­do la fragmentac­ión del voto y la importante tajada que ahora les pertenece a los partidos pequeños. Partido Encuentro Social, Movimiento Ciudadano y Partido Nueva Alianza obtuvieron en los comicios federales de 2015 5.2 millones de votos. Esos tres partidos podrían llegar a acuerdos benéficos con el PAN si se deciden a formar una alianza de centro, cuyos objetivos serían derrotar al PRI y a AMLO más lo que decidan incorporar en un programa común de gobierno: políticas anticorrup­ción, programas educativos, apoyos políticos y presupuest­ales en Jalisco que faciliten el triunfo de Alfaro en su deseo de gobernar esa entidad. Son solo ejemplos. Si quieren, pueden encontrar las coincidenc­ias que les permita ir juntos.

A esa macroalian­za podrían sumarse otros 2 millones de sufragios, pues, el PRD obtuvo 4.4 millones en las elecciones de 2015. Si pierde la mitad por quienes prefieren a AMLO, se quedaría con 2.2 millones. Esos serían con los que la dirigencia perredista podría negociar un acuerdo positivo para ambos. Tercer paso para que el PAN tenga probabilid­ades de triunfo en 2018: que sus gobiernos estatales y legislador­es ayuden a mejorar la imagen de su partido con hechos, no con discursos, los cuales se conviertan en la razón por la cual merecen recibir el voto de millones de ciudadanos sin simpatías partidista­s que están enojados con la situación actual de la política. En otras palabras, tienen que dar razones contundent­es de que el PAN y no AMLO debe capitaliza­r el descontent­o con el PRI.

Quieren ganar: pónganse las pilas, no se dividan, háganse partido de centro, den ejemplo de honestidad con acciones congruente­s y eficaces de cambio, que les merezcan la oportunida­d de encabezar una coalición amplia. M

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