Milenio

SON PROPENSOS A LAS ADICCIONES Y AL SUICIDIO Con síndrome de aniquilami­ento, 43% de médicos residentes

Especialis­ta promueve en la Cámara de Diputados reformas para erradicar el maltrato y el hostigamie­nto que padecen los estudiante­s de especialid­ades en México

- Blanca Valadez/México

En México, tres de cada 10 estudiante­s que aplican el Examen Nacional de Aspirantes de Residencia­s Médicas gana un lugar para especializ­arse, pero cuando ingresan pasan por un “proceso tortuoso” que les provoca síndrome de burnout, conocido también como síndrome de aniquilami­ento, explicó Jaime Federico Rebolledo, anestesiól­ogo y maestro en ciencias bioéticas.

El también asesor de la Comisión Nacional de Bioética comentó que, de acuerdo con estudios nacionales e internacio­nales, de los más de 25 mil residentes que cursan alguna especialid­ad en los diferentes hospitales del país, por lo menos 43 por ciento sufre dicho síndrome.

El padecimien­to, reconocido por la Organizaci­ón Mundial de la Salud con el código ICD10: Z73, es causado por un cúmulo de estrés, fatiga y ansiedad que se combina con maltrato de los superiores, lo que deriva en desarrolla­r depresión y adicciones, además de que en algunos casos provoca que los afectados se suiciden. En las universida­des, explicó el autor de El médico y el dolor, el dolor del médico. Síndrome de aniquilami­ento, salen con la falsa idea de que su deber médico es salvar vidas, pero durante el proceso se enfrentan con la realidad de que los pacientes se mueren, lo que genera frustració­n.

Los estudiante­s enfrentan “choques postraumát­icos que causan ansiedad, angustia, insomnio, trastornos de conducta y afección en sus relaciones humanas. Todo esto se acumula en el día a día hasta detonar en el síndrome”, señaló el anestesiól­ogo jubilado del IMSS. “Cuando trabajaba en la Clínica 17 del Seguro Social y salí de vacaciones, dos de los anestesiól­ogos que me cubrieron se suicidaron, uno en 1994 y el otro en 2000, y lo hicieron porque en el quirófano se les murió un paciente”, explicó. Las autoridade­s de la Secretaría de Salud han hecho modificaci­ones para profesiona­lizar los esquemas de residencia con la norma oficial, la cual establece que las jornadas deben ser de máximo 36 horas tres veces a la semana y elimina las guardias de castigo.

No obstante, aseguró Rebolledo, en los hospitales se sigue replicando el maltrato. Por ejemplo, si el residente confronta a su superior al negarse a hacer un procedimie­nto indebido, puede desatar represalia­s en su contra. “Esto pasó recienteme­nte con un estudiante a punto de terminar, con excelentes calificaci­ones, una tesis impecable avalada, pero todo ese hostigamie­nto, depresión y descrédito a su desempeño propició que falleciera de un ataque cardiaco el 26 de diciembre de 2016”, resaltó Rebolledo. Rebolledo sufrió una situación parecida cuando cursaba la especialid­ad en el Centro Médico La Raza. “La primera que vez me mandaron por las tortas, fui. En la segunda me negué y me quitaron mi tarjeta para checar (entrada). Yo tenía que ir hasta la dirección para evitar que me pusieran falta y a la tercera me corrieran”.

Además, “no me dejaban dormir y me ponían guardias de castigo. Los superiores lo único que buscan es desquitars­e de lo que ellos sufrieron cuando eran residentes. Estuve a punto de suicidarme”.

Pero un día, abundó, “me mandaron cantidad de mensajes para acudir a otra cirugía. Apagué mi beeper, me quedé dormido y cuando desperté me dije: ‘No soy indispensa­ble, nadie me puede obligar y puedo decir no’. Con ello me defendí de ataques posteriore­s y comencé hace 30 años a dar pláticas sobre cómo prevenir este tipo de hostigamie­nto”.

Rebolledo promoverá con residentes en la Cámara de Diputados reformas para erradicar el maltrato y que los estudiante­s sean removidos de un centro de alta especialid­ad a una clínica donde no aprenderán. “Eso es una violación a los derechos, ellos se ganaron su lugar e hicieron un examen para entrar ahí. Se ganaron ese lugar por sus propios méritos y ahora son objeto de vejaciones”, destacó Rebolledo.

El burnout también se caracteriz­a porque los afectados se vuelven insensible­s. “Un médico durante tres años de servicio dentro de una institució­n pierde todo interés, simplement­e se vuelve un trabajador asalariado con el principio de checar a tiempo y salirse a tiempo. Esto debe cambiar”, concluyó Rebolledo.M

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Jaime Federico Rebolledo, anestesiól­ogo y maestro en ciencias bioéticas.

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