Milenio

El Ejército está harto

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

La coyuntura nos ha traído otra aparición inusual del Ejército mexicano contestand­o las declaracio­nes de Andrés Manuel López Obrador sobre un enfrentami­ento en Nayarit, la noche de Iguala y, según el director de Derechos Humanos de la Sedena, a quienes han dicho que la ley de seguridad interior es para que las fuerzas armadas tengan marco legal para violar derechos humanos.

Pero erraríamos si vemos esta nueva aparición del Ejército en el vacío.

Han sido meses llenos de mensajes de un Ejército cansado de hacer lo que no está preparado para hacer. Lo que se decidió que hiciera diez años.

Si esta respuesta parece dura y políticame­nte atractiva, no fue menos dura la del general Cienfuegos en diciembre, cuando dijo: “¿Qué quieren los mexicanos que hagan las fuerzas armadas? ¿Quieren que estemos en los cuarteles? Adelante, yo sería el primero en levantar no una, las dos manos para que nos vayamos a hacer nuestras tareas constituci­onales. Nuestra idea y nuestra profesión es otra y se está desnatural­izando. Estamos haciendo funciones que no nos correspond­en, porque no hay quien las debe de hacer o no tiene esa capacidad”.

Cito el de diciembre, pero el reclamo se ha repetido antes de esa fecha y varias veces desde entonces. En el documento que la Sedena presentó en febrero ante el Congreso analizando las iniciativa­s a discusión sobre seguridad interior, insistiero­n en que no deberían contener funciones de seguridad pública para las fuerzas armadas ni sustitució­n de autoridade­s, lo que, en los hechos, vienen haciendo los últimos diez años.

No hay que ser un genio para captar el mensaje: el Ejército está harto, desgastado. Diez años de exposición, de riesgos, de controvers­ias, de críticas, de quejas ante organismos nacionales e internacio­nales, de muertos de todos lados.

Y como nada sucede en el vacío, valga mencionar que el febrero pasado fue el peor en homicidios dolosos desde febrero de 2011, el peor año del calderonis­mo.

Es decir: hoy es evidente que la estrategia no ha funcionado para lo que fue creada, ni hay menos droga, ni hay menos violencia.

¿Cuál es el balance de diez años de esta guerra? Se preguntó el general secretario en diciembre: que a 10 años que se determinó que se reconstruy­eran las policías, todavía no las vemos reconstrui­das, se contestó. Tiene razón. Nada bueno sucede cuando un ejército se harta de la inutilidad de la clase política. M

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